Concretamente esto significa lo que el pastor Henrique Vieira, en su libro, llamó "El amor como revolución". La fe como pedagogía del amor social.

La fe como pedagogía del amor social.
La fe como pedagogía del amor social.

"En este 31º domingo ordinario del año B, el Evangelio de Marcos 12, 28b-34 muestra la última controversia de Jesús con los religiosos del templo de Jerusalén". 

" Lo que Dios propone es que, en primer lugar, escuchemos como comunidad (en la Biblia, la palabra no se dirige a una persona individual, sino a un Tú colectivo que es la comunidad: Israel".

"esús no pone el amor al prójimo como segundo mandamiento".

            En este 31º domingo ordinario del año B, el Evangelio de Marcos 12, 28b-34 muestra la última controversia de Jesús con los religiosos del templo de Jerusalén. Probablemente, al narrar esta escena en la que Jesús conversa con un maestro de la Biblia, el evangelio de Marcos pretende aclarar a su comunidad, en los años 70 del siglo I, qué similitudes y qué diferencias existen en la forma de interpretar la ley entre la comunidad cristiana y la sinagoga del judaísmo rabínico de la época.

            El evangelio había relatado que Jesús se enfrentó a la controversia con los fariseos y saduceos del templo. El fariseo le preguntó a Jesús si era correcto o no pagar impuestos. Cualquier respuesta que diera Jesús podría ser fatal. El saduceo hizo lo mismo cuando propuso la pregunta sobre la resurrección de los muertos. Jesús escapó y ganó ambas controversias. Al ver esto, el maestro de la Ley buscó a Jesús para que le aclarara una cuestión muy debatida en el judaísmo de la época: cuál de los mandamientos de Dios es el más importante.

            A diferencia del encuentro de Jesús con los saduceos y los fariseos, el evangelio no dice que ese escriba tuviera alguna mala intención con su pregunta. Marcos narra la conversación de Jesús con el escriba como un diálogo sincero. En la época de Jesús y los evangelios, en el judaísmo, un grupo de doctores sostenía que entre los mandamientos de la ley, algunos son esenciales, mientras que otros son menos importantes. Otros comentaristas de la Biblia enseñaron que todos los mandamientos tienen el mismo peso e importancia.

2

            Enfrentado a esto, Jesús tomó posición según un principio que el Concilio Vaticano II llamó "jerarquía de las verdades de fe" (UR 11). Los mandamientos y las doctrinas no tienen todos el mismo valor. Incluso hoy en día, hay obispos y sacerdotes que son capaces de apoyar a los políticos que abogan por la violencia y están en contra de los pobres, siempre y cuando dicho político se pronuncie en contra del aborto o de la unión gay. Como si los principios de la ética sexual fueran más importantes que la vida misma.

            El evangelio nos dice que el escriba quería saber la opinión de Jesús sobre cuál era el mandamiento más importante de Dios. Jesús respondió con la oración que, en el judaísmo, se recita cada día: el Shema: Escucha, Israel... Según esta oración, inspirada en algunos versículos del capítulo 6 del libro del Deuteronomio, el mandamiento de Dios es no hacer esto o aquello. Lo que Dios propone es que, en primer lugar, escuchemos como comunidad (en la Biblia, la palabra no se dirige a una persona individual, sino a un Tú colectivo que es la comunidad: Israel). Tanto a nivel comunitario como personal, la escucha de Dios es el punto básico para que, al escuchar que somos amados, nos pongamos también en el camino del amor. Por eso el primer mandamiento es "Amarás al Señor tu Dios con tu mente, pero también con tu corazón y con todo tu ser...". El primer mandamiento no es una ley, sino una llamada a entrar en una relación de amor.

            Habla de adorar a Dios. Parece que, etimológicamente, el propio término adorar tiene que ver con os, oris, boca. Adorar sería recibir amor en la boca y responder a ese amor, igual que se recibe agua, comida,.  El padre Benedetto Calatti, que fue abad del monasterio de Camaldoli, decía que "Dios es un beso de amor".

descarga

Esta ética expresada en el primer mandamiento une al judaísmo y al cristianismo en una misma pedagogía del amor. La fe judeocristiana es entrar en este camino. Pero Jesús introduce un nuevo elemento. Reúne dos legislaciones que estaban separadas: la de los profetas en el Deuteronomio 6 con la de los sacerdotes en el Levítico 19. Pone "amar al prójimo como a uno mismo" como expresión y práctica del amor de Dios.

            Jesús no pone el amor al prójimo como segundo mandamiento. Dice que esta segunda es igual a la primera. Y que toda la ley y los profetas dependen de la unión de ambos. Esto sigue planteando varios problemas en la actualidad. Cuando la ley habla de amar a Dios, la religión enseña que este amor se ejerce en el culto y en el respeto al sábado. Jesús no lo negó. Toda su vida acudió al templo para las fiestas principales y, según los evangelios, cada sábado iba a la sinagoga. Sin embargo, para él, esta forma de practicar el amor a Dios no era suficiente. Debía reflejarse en el cuidado amoroso de las personas. Y aquí viene una diferencia entre la interpretación de los maestros religiosos y la de Jesús. En el Evangelio de Lucas, es esta misma conversación con el maestro de la Biblia la que hace que Jesús cuente la parábola del samaritano (Lc 10,25- 37).

3

            Para la mayoría de los religiosos, el vecino era el pariente, el familiar, el compañero de trabajo y de vida. Para Jesús, lo importante no es quién es mi prójimo, sino lo contrario: soy prójimo de quién. Para Jesús, el prójimo es el otro en cuyo camino me encuentro. Es el hombre herido en el camino a quien el samaritano se convierte en prójimo. El prójimo no es sólo alguien, sino un pueblo excluido y marginado en el camino. Entre nosotros, el vecino es el conjunto de los pueblos originarios, las comunidades negras, la inmensa multitud de hambrientos y desempleados. Para nosotros, concretamente, el vecino es el movimiento social al que tenemos que apoyar y ayudar. Y la fe no puede ser sólo un ejercicio de adoración. Debe ser una pedagogía del amor. Concretamente esto significa lo que el pastor Henrique Vieira, en su libro, llamó "El amor como revolución". Se trata de un amor que va más allá de los sentimientos afectivos para convertirse en una opción de vida, una postura en la que el amor se convierte en un bando que tomamos como una alianza que Raimon Panikkar llamó cosmoteandrismo porque nos une a otras personas, al cosmos y a Dios, la fuente de todo amor. 

Volver arriba