Adviento

La parábola del juicio final (Mt. 25,31- 45) que viene justo antes de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, es elocuente y nos invita a tener los ojos abiertos para ver lo que ocurre a nuestro alrededor. No puedo hacer una dicotomía entre Jesús y el hermano porque lo que haya hecho con uno de estos pequeñuelos necesitados, tanto a favor como en contra, es a Él a quien lo he hecho o negado. “Tuve hambre y me disteis de comer” o “tuve sed y no me disteis de beber”. Y atónitos unos y otros preguntarán al juez: “¿Cuándo, Señor, te vimos hambriento?”. Esta será la gran sorpresa de muchos que teniéndose por incrédulos, el Juez supremo, los invitará a ir a su derecha y otros, que teniéndose por fieles a las enseñanzas de Cristo, los mandará a su izquierda.
En la oración del primer domingo de Aviento pedimos al Señor que sepamos acoger su venida con buenas obras para ser contados entre sus elegidos. Es una petición que podemos repetir y poner en práctica durante estos días para hacer realidad el refrán “A Dios rogando y con el mazo dando” o para decirlo con las mimas palabras de Jesús: “no entrará en el Reino de los cielos aquel que diga Señor, Señor”.
Esta venida del Juez será inesperada, por ello la liturgia repite: “Velad porque no sabéis ni el día ni la hora”. Texto: Hna. María Nuria Gaza.Foto: Hna. Ana Isabel Pérez.