Aversión al riesgo

He tenido la suerte este curso universitario, de poder disfrutar de una asignatura, que aparte de querer conseguir el objetivo de aprobarla, me ha ido aportando mucho más que unos conocimientos en finanzas.

Desde la primera clase, el profesor intentó captar la atención y dejarnos bien claro nuestra aversión al riesgo. Ese ha sido el hilo conductor de la materia y eso en finanzas tiene sus connotaciones importantes, de las que tocan el bolsillo. En todas las cuestiones dirigidas a qué haríamos ante distintas propuestas financieras, las respuestas comunes eran decisiones impregnadas por la aversión al riesgo, ese miedo a arriesgarse o bien la seguridad del dicho popular de "mas vale pájaro en mano que ciento volando". Al final de esas clases su consigna seguía siendo la misma: "El plus de más en la vida, siempre lo reciben los que se arriesgan".

Pues bien, aplicándolo a mi vida, si que veo el reflejo de esa aversión al riesgo pero a la vez cómo hay Alguien que da la gracia para minimizarlo. La tarea cotidiana pasa por una búsqueda de ir dando algo más, de poner cada vez más la confianza en Dios, cuando voy dejándole más espacio y ocupa un lugar más importante, cuando dejo que actúe en mí, cuando dejo a un lado lo de creerme que puedo contar con mis propias fuerzas.

Él me hizo arriesgarme de cabeza cuando me presentó un proyecto, el cuál, me concedió la gracia de vislumbrar que era perdurable y en el que se iban obteniendo beneficios, no exentos de que también habrá alguna pérdida, por ello, hay que trabajar mucho ese yo, porque se vive en clave de un nosotros. ¿Al final qué? Un buen reparto de dividendos al llegar a la plenitud en Cristo.

Si Dios ha entrado en tu vida, si sientes que te llama a la vida religiosa u otra vocación en la que vivas la fe desde el Amor, la Esperanza y la Caridad, si te está pidiendo algo más, si el Señor quiere hacer una inversión contigo, si eres su proyecto, ayúdale a financiarlo, ¿te arriesgarás? Texto: Hna. Ana Isabel Pérez
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