Buena cara

Leía una reflexión esta pasada Navidad que invitaba a hacer un regalo: “¿por qué no regalar una sonrisa? ¡Sonríe…!”. Pues bien, precisamente, han sido unos días en los que hemos recibido algún regalo que nos infunde alegría. El texto hablaba de que son muchas las sonrisas que no se ofrecen, ¿por qué nos cuesta tanto? y también muchas, las que nos hacen bien y ayudan.

En esa semana en la que el eco de “regalar una sonrisa” permanecía en mí, se hizo presente el testimonio de una persona que era capaz de sonreír, poner buena cara ante una situación difícil, por lo que mostraba su rostro nada te hacía pensar su sufrimiento y en él su esperanza y lucha.

Se suele decir que al mal tiempo buena cara, sí, pero hay personas muy valientes, que afrontan la vida de cara con una fortaleza tremenda. Cuando en su vida está tronando, circunstancias de gran preocupación, de necesidades básicas, un techo donde vivir, alimentación, va y te hace el regalo de una sonrisa, siempre con buena cara. Tú te quedas sin palabras, su rostro te atraviesa y acoges a quien te está dando la mayor riqueza que tiene, a quien te está ayudando más de lo que tú puedes ofrecerle en ese momento.

Una sonrisa a veces nos puede costar mucho pero ¿verdaderamente hay motivos en mi vida para no regalarla? Si quien podía estar triste te pone buena cara, sonríe y batalla con su vida ¡cuánto aprender de los demás!,¡cuántas cosas caen ante tu propia vida y te hacen poner otra mirada! ¡Cuánto bien nos hacen y a la vez nos interpelan!

Seamos la “buena cara” para los que nos rodean y compartamos la alegría de que nos nació el Salvador, el Mesías, el Señor o, ¿ya nos ha pasado el espíritu navideño? Texto: Hna. Ana Isabel Pérez Guerrero.
Volver arriba