El Espíritu Santo, el espíritu de Jesús

(Inspirado en “Jesús”, un monje de la Iglesia de Oriente).

Jesús describe así el ministerio del Espíritu: “No hablará por él mismo sino que hablará de todo lo que habrá oído”.

ES

La Palabra es Jesús. Toda palabra divina que nosotros oímos, proviene del Verbo. El Padre piensa, y su pensamiento se expresa, es pronunciado por el Verbo. ¿Y el Espíritu? El Espíritu es el soplo que lleva las palabras. Es la voz que transmite la Palabra. Es la lengua de fuego de la cual se habla en los Hecho de los Apóstoles (He 2,2).

La voz tiene diversas modulaciones, el Espíritu Santo adapta, acentúa, matiza la Palabra divina según las necesidades de cada oyente. Crea con el mismo texto otros contextos apropiados a las circunstancias. Interpreta la Palabra dándole una tonalidad especial al que las está escuchando. La hace propiamente suya, es decir la individualiza. El Espíritu es el supremo artista que sabe acompañar la misma frase con armonizaciones infinitamente variadas.

En cada caso, el Espíritu toma de lo que pertenece a Jesús y lo anuncia. No dice nada que venga de él mismo. El Espíritu repite lo que ha oído decir al Hijo.Tengo aun muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar, pero cuando venga el Espíritu de Verdad él os las anunciará. Jesús nos dice a nosotros estas palabras que dijo a sus apóstoles. Éstos no eran capaces de acoger toda la palabra de Cristo, porque aún no había venido el Espíritu Santo. Ciertamente ahora nos ha sido dado el Espíritu pero hay dificultades que pueden impedir comprender lo que Jesús nos dice: nuestra indiferencia, nuestra falta de atención, nuestra tibieza, pero nuestro interprete permanece siempre a nuestro alcance siempre pronto a soplarnos con la fuerza del huracán o con la dulzura de una suave brisa las palabras de Jesús.

Ahora en la cercanía de Pentecostés pongámonos a la escucha de este viento que sopla y nos trae la palabra que nos salva.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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