Felicidad de la vida familiar

Ante todo es dichoso el que teme al Señor, (v 1) porque el temor de Dios es principio de sabiduría. Si sigue los caminos del Señor, comerá del fruto de su trabajo (v. 2). El trabajo, la ley que Dios dio a Adán. El trabajo bien realizado dignifica al hombre, es algo que nos hace felices, ver que lo que hemos realizado con nuestro esfuerzo nos llena de alegría.
“Tu mujer como parra fecunda en medio de tu casa” (v3). Si el hombre es quien lleva el pan a la familia, la madre es la que organiza la marcha de la casa, “la mujer hacendosa vale más que las piedras preciosas, su esposo confía plenamente en ella y nunca le faltan ganancias” (Pr 31). “Tus hijos como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. Esta es la bendición del hombre que teme al Señor” (v 4). Dice Alonso Schökel: “La bendición familiar realiza un círculo perfecto y limitado la bendición más amplia sobre todo el pueblo sale de Sión, donde reside Dios, se extiende a toda la ciudad santa, abarca a todo Israel, en sus generaciones”.
Los hijos eran el gran don. La esterilidad era considerada como una gran desgracia en el pueblo hebreo “Que veas a los hijos de tus hijos” (v5).Tener una larga vida era también signo de la bendición del Señor. Paz y bienestar era y es el mejor deseo que podemos aspirar los mortales. Pero no es necesario para ello poseer grandes riquezas sino tener lo justo necesario para vivir.