Trampa escondida
El ideal cristiano sería no tener enemigos, éstos deberían amar a todos y todos deberían amarlos pero esta no es la realidad. Las palabras de los salmos nos lo recuerdan. El salmo 141 es uno de ellos.
La historia de las masacres de cristianos de antaño se repite, hoy tenemos ejemplos en Egipto, Siria y tantos otros países. ¿Y quien sabe dónde será mañana?
Jesús se ganó enemigos que le tendieron trampas para poderlo acusar como dice el salmo en su versículo 4: “Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino me han escondido una trampa”. ¡Cuántas no le tendieron al Maestro! “Le hacían esta pregunta para ponerle una trampa y tener de que acusarlo” (Jn 8, 6).
El salmista parece cansado de tanto luchar, se siente acorralado como tantos perseguidos que intentan huir de sus perseguidores: “Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo a donde huir; nadie mira por mi vida” (v. 5).
En esta angustiada situación sin esperanza de ayuda por parte de los hombres el salmista se vuelve hacia Dios, su único auxilio: “A ti grito Señor, te digo: Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida. Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo” (vv. 7-8). Y porque ha quedado desamparado por parte de los hombres, confía que Dios acudirá en su ayuda. Es el clamor del pobre que su único refugio es el Señor.
En nuestros momentos de angustia este salmo nos puede ayudar a volvernos hacia Dios. Él está a nuestro lado y nos sostiene con su gracia.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
La historia de las masacres de cristianos de antaño se repite, hoy tenemos ejemplos en Egipto, Siria y tantos otros países. ¿Y quien sabe dónde será mañana?
Jesús se ganó enemigos que le tendieron trampas para poderlo acusar como dice el salmo en su versículo 4: “Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino me han escondido una trampa”. ¡Cuántas no le tendieron al Maestro! “Le hacían esta pregunta para ponerle una trampa y tener de que acusarlo” (Jn 8, 6).
El salmista parece cansado de tanto luchar, se siente acorralado como tantos perseguidos que intentan huir de sus perseguidores: “Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo a donde huir; nadie mira por mi vida” (v. 5).
En esta angustiada situación sin esperanza de ayuda por parte de los hombres el salmista se vuelve hacia Dios, su único auxilio: “A ti grito Señor, te digo: Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida. Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo” (vv. 7-8). Y porque ha quedado desamparado por parte de los hombres, confía que Dios acudirá en su ayuda. Es el clamor del pobre que su único refugio es el Señor.
En nuestros momentos de angustia este salmo nos puede ayudar a volvernos hacia Dios. Él está a nuestro lado y nos sostiene con su gracia.Texto: Hna. María Nuria Gaza.