Es comodísimo pulsar un botón y tener luz, una máquina que lava la ropa y la seca, otra que lava los platos. Pulsas un botón y tienes ante ti la pantalla que te da noticias de lo que ocurre en el planeta o te ofrece mil películas a escoger, o toda clase de deportes. Te sientas ante un ordenador y además de comunicarte con medio mundo, Internet te ofrece una infinidad de información. Todo esto es cierto, es una maravilla, pero quizás hemos llegado a lo que dice el dicho francés: “trop c’est trop” (demasiado es demasiado).
Nos hemos vuelto ambiciosos, lo queremos todo y ya no sabemos vivir con lo justo necesario.
Tenemos un hecho que llama a gritos en Fukushima: “Sed sobrios”. Dios dio al hombre el mandamiento de cuidar la tierra no de explotarla y poner al género humano a peligros que luego la inteligencia del hombre se ve incapaz de resolver. ¿Qué será de toda esta zona del Japón que por encima de los desastres naturales tiene que sufrir los atómicos?
Esta catástrofe tendría que servirnos de advertencia:
Respetemos la naturaleza, conformémonos con tener menos y agradecer lo que la madre tierra nos da.
Texto: Hna. María Nuria Gaza.