El perdón

En este tiempo de cuaresma, las lecturas de la Eucaristía de cada día nos ofrecen ejemplos de cuanto significa perdonar sinceramente, de la necesaria rectitud en la que debemos intentar vivir para no volver a recordar aquello que ha sido una ofensa. Jesús ante las preguntas de Pedro y los apóstoles, nos dice que debemos perdonar hasta “setenta veces siete”, y estas palabras, ante nuestra pobre experiencia, nos parecen excesivas. Nadie cuenta “setenta veces siete”, pero todos entendemos cual es el sentido del número, perdonar es algo que debemos hacer siempre. Sólo en la medida en que procuramos perdonar, Dios nos perdona.
Leí en un librito esta breve oración: “Señor, llena mi alma de perdones, para que pueda ofrecerlos a quienes me ofenden”. Y me llevó a pensar que todos tenemos necesidad de que el Señor llene nuestra alma de “perdones”, para poder perdonar, para ofrecer la posibilidad de volver a empezar después de cada ofensa o desprecio recibidos. Esta actitud no siempre nos es tan fácil vivirla como decirla, lo sabemos por experiencia, porque nuestro día a día está lleno de tantas contradicciones que deseamos perdonar sin conseguirlo y con ello la tristeza tiñe nuestra alma.
Si Dios nos concede tener el alma llena de “perdones” nos dará también la gracia para repartirlos con sinceridad y sin rencor “hasta setenta veces siete”. Texto: Hna. Carmen Solé.