El purpurado, descendiente directo de los cristianos japoneses perseguidos Manyo Maeda, el cardenal del haiku
(Cameron Doody).- "El Pentecostés vino de la nada como un relámpago". Así reza parte del haiku que Manyo Maeda escribió para intentar asimilar el hecho de que el Papa le nombró cardenal en la fiesta del Espíritu Santo. Y es que la noble simplicidad de la poesía tradicional japonesa es una metáfora perfecta para describir el carácter de nuevo purpurado, descendiente de los "cristianos escondidos" y ferviente activista pro-paz.
En sus tiempos de párroco en la zona isleña de Goto, los fieles de Maeda se acostumbraron a ver a su pastor pescando en su propio barquito, adornado con la bandera colorida tradicional que los japoneses utilizan para celebrar una pesca abundante. Ahora, los fieles de Osaka se han acostumbrado a que su arzobispo adorne sus sermones y artículos con sus propios haikus. Pero, ¿se acostumbrarán a ver su pastor vestido de púrpura? El propio Maeda no tiene tan claro que se lo merezca. "No supe nada del anuncio del Papa y no tuve ningún aviso previo", contó a UCA News justo después de su nombramiento. "Personalmente, no creo que sea la persona más adecuada como para ser cardenal, con lo que aún me cuesta creerlo".
Pero méritos tiene el que se convertirá en solo el sexto purpurado japonés, y el primero en nueve años desde la muerte del cardenal de Tokio, Pedro Seiichi Shirayanagi, en 2009. Su bisabuelo era cristiano en tiempos en los que creer en Jesucristo era penado con la muerte, tal y como contó Martin Scorsese en su gran película Silencio. El neocardenal ha llevado su ejemplo en el corazón hasta el punto en el que ha sido un ferviente defensor de que se beatifiquen a los cristianos que fueron martirizados en el último brote de persecución en Japón, hace 150 años.

El neocardenal japonés Manyo Maeda
En lo que a su familia se refiere, el nuevo purpurado también cuenta con el ejemplo conmovedor de su madre, víctima del bombardeo atómico de Nagasaki en 1945. La mujer vio explotar las bombas, y vivió el resto de sus días con los pies hinchados y los dedos de las manos fusionados. Lo que explica el deseo de Maeda de librar el mundo de las armas nucleares, que es tan fuerte que ha participado en numerosas protestas interreligiosas a favor del desarme. Y también, que ha sido siempre un apasionado defensor de la dignidad de personas con discapacidades. "Si crees que la paz está siendo socavada, deberías levantarte y dirigirte a políticos y otras personas poderosas para decirles que no violen el derecho de la gente a disfrutar de la paz", ha llegado a decir. "Este es un papel que miembros del clero han de desempeñar".
Pero cuando el nuevo purpurado no se está interesando por la política, está más que contento estando de visita pastoral, hasta tal punto en el que ya ha hecho acto de presencia en todas las parroquias de Osaka, celebrando misas en ocasiones en las que solo ha contado con la asistencia de un puñado de feligreses.
"Nunca abandonaré aquellos que se han alejado de la Iglesia y que viven en el pecado", dice al Asahi Shimbun. "Siempre hablaré con aquellos que me preocupan, e intentaré trabajar con ellos".

Manyo Maeda