A menos 734 personas fueron víctimas de abuso sexual en las últimas décadas Nuevo informe independiente sobre abusos en la diócesis alemana de Tréveris

Iglesia católica en Alemania
Iglesia católica en Alemania

"La Iglesia católica alemana parece haber tomado en serio el problema de los abusos efectuados por personal a su servicio tras el escándalo que supusieron las primera revelaciones en el año 2010"

"Hasta octubre de 2024, 20 diócesis habían constituido comisiones independientes obligadas a publicar informes anuales y un informe final a los cinco años de estar en funciones"

"Con todas su deficiencias, y aunque los obispos Marx y Ackermann han pedido públicamente disculpas por sus errores y negligencias en su lucha contra los abusos en la Iglesia, en Alemania se están dando pasos hacia adelante en la lucha contra esta plaga, como no se están dando en otros países. Son pasos necesarios de sinceramiento de cifras y hechos"

La Iglesia católica alemana parece haber tomado en serio el problema de los abusos efectuados por personal a su servicio tras el escándalo que supusieron las primera revelaciones en el año 2010. Hasta octubre de 2024, 20 diócesis habían constituido comisiones independientes obligadas a publicar informes anuales y un informe final a los cinco años de estar en funciones.

El último informe intermedio fue publicado el jueves 30 de octubre en la diócesis alemana de Tréveris, donde al menos 734 personas fueron víctimas de abuso sexual en la Iglesia católica en las últimas décadas. Según el informe, investigadores independientes de la Universidad de Tréveris identificaron además, para el período de 1946 a 2021, a 246 acusados «que se hicieron culpables de violencia sexualizada, así como dos personas más exclusivamente por posesión de pornografía infantil». Las cifras reales probablemente sean más altas.

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El informe presentado es ya el tercero sobre abuso sexual en perjuicio de niños, jóvenes y adultos en la diócesis. Se centra en el período de ejercicio del obispo Reinhard Marx de 2001 a 2008 –quien es actualmente arzobispo de Múnich– y en el del obispo Stephan Ackermann entre 2009 y 2021 –el cual sigue en el cargo hasta hoy–. Para este período de tiempo se identificaron 37 acusados (21 bajo Marx, 16 bajo Ackermann) y al menos 59 víctimas (35 bajo Marx, 24 bajo Ackermann)

En ambos períodos de ejercicio se encuentran errores sistemáticos y desarrollos positivos, según el informe. «El deber de cuidado hacia los perpetradores pesó por encima de la necesidad de seguridad pública», resumen los investigadores. Hablan en general de omisiones en la gestión del personal. A los obispos les reprochan además falta de transparencia: «En muchas ocasiones, los medios asumieron el esclarecimiento que la diócesis debería haber realizado». También se critica una gestión de archivos poco profesional y no sistemática, así como un flujo insuficiente de información.

Cardenal Reinhard Marx
Cardenal Reinhard Marx

Sin embargo, también hay desarrollos positivos. Así, el número de niños y jóvenes afectados ha disminuido notablemente en el período investigado. El riesgo para los niños católicos de convertirse en víctimas de agresiones sexuales se ha reducido a la mitad en las últimas tres décadas. Desde 2010, el cuidado de las víctimas juega un «rol central en el marco del procesamiento institucional e individual». Se han establecido estructuras profesionales con personas de contacto y comités especializados.

Los investigadores evaluaron para su informe de alrededor de 140 páginas, casi 1.300 volúmenes de archivos y realizaron 30 conversaciones con víctimas y otras personas.

 "Dos mandatos, dos puntos de inflexión"

«Dos mandatos, dos puntos de inflexión», titula el grupo de investigación la introducción de su informe sobre abusos sexuales en la diócesis de Tréveris durante los mandatos de los obispos diocesanos Reinhard Marx (2002-2008) y Stephan Ackermann (desde 2009). Los puntos de inflexión surgieron por la creciente atención pública, y más tarde también de la propia Iglesia, y marcaron de manera significativa qué tan en serio los responsables eclesiásticos tomaron los abusos.

El primer punto de inflexión se sitúa al inicio del mandato de Marx en Tréveris. En 2002, la Conferencia Episcopal Alemana aprobó directrices para el procedimiento en casos de abuso sexual a menores por parte de clérigos. Estas fueron una reacción a los abusos que se habían hecho públicos previamente en Estados Unidos, aunque el entonces presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, el cardenal Karl Lehmann, replicó desafiante al semanario «Der Spiegel» que no tenía por qué calzarse el zapato de los estadounidenses. Qué bien le quedaba ese zapato, lo demostró el estudio independiente de Maguncia publicado en 2023.

El fallecido cardenal alemán Karl Lehmann
El fallecido cardenal alemán Karl Lehmann

El segundo punto de inflexión ocurrió en 2010, cuando víctimas de abusos en el Colegio Canisio (Berlín) de los jesuitas, con la ayuda del entonces director, el padre Klaus Mertes, desencadenaron una ola de indignación y atención hacia los abusos en Alemania. A partir de entonces, nadie podía negar la magnitud de los abusos sexuales en la Iglesia. La Conferencia Episcopal Alemana reaccionó con su estudio MHG sobre abusos, publicado en 2018.

Encubiertos, protegidos y trasladados

A pesar de la gran variedad en alcance y métodos, los dos puntos de inflexión constatados en el informe ahora publicado en Tréveris se extienden de manera uniforme: hasta aproximadamente el cambio de milenio, los perpetradores fueron encubiertos, protegidos y trasladados dentro de Alemania y en la Iglesia universal para ocultar los hechos. Una mayor conciencia del problema creció con el primer punto de inflexión, aunque la implementación estricta y exhaustiva de las medidas sólo ocurrió después de 2010. En este sentido, el informe de Tréveris no constituye ninguna sorpresa.

Los informes publicados en los últimos años sobre los mandatos de los obispos de Tréveris Bernhard Stein (1967-1980) y Hermann Josef Spital (1981-2001) constataron grandes deficiencias en el manejo de los abusos: falta de empatía con las víctimas, actuación complaciente con los acusados, ninguna cooperación con las autoridades persecutorias. Con las directrices de 2002 la situación mejora, aunque queda aún lejos de ser perfecta. 

La obligación de esclarecimiento se cumplió en el mandato de Marx «básicamente de manera interna en la diócesis». Se investigaron ocho de doce casos que se hicieron conocidos en esa época. Las deficiencias se dieron sobre todo en relación a perpetradores seriales y reincidentes, constata el informe. «Evidentemente, su perfil de peligrosidad y energía criminal no encajaban en la imagen que los responsables se hacían de los clérigos acusados», se lee al respecto. También se descuidó las obligaciones de denuncia e información. Solo un caso antiguo se remitió a la fiscalía de Coblenza. Al menos se informó a los responsables y órganos locales en las parroquias sobre algunos casos.

Obispos alemanes en Fulda
Obispos alemanes en Fulda

Es notable que la falta de información no solo fuera un problema por parte de la Iglesia: el informe critica claramente que las autoridades judiciales informaran al obispado «sólo de manera insuficiente o negligente» sobre los resultados de las investigaciones: «Una forma rutinaria de comunicación entre las fiscalías locales competentes y el obispado respecto a la notificación de casos conocidos de violencia sexualizada sólo se desarrolló después de 2010».

Con estos problemas de comunicación justifica el informe que las denuncias en cuatro de doce casos no tuvieran consecuencias para los acusados. Al menos en el mandato de Marx cesó el traslado de acusados, en un «claro quiebre», según los autores, con el proceder de su predecesor Spital. Sin embargo, muchos acusados y perpetradores siguieron activos pastoralmente, al ser trasladados a la pastoral de grupos específicos, sobre todo a la pastoral hospitalaria. A ello se sumaron la aplicación de terapias como «sanción» para los sacerdotes (las comillas las ponen los autores del informe).

Balance mixto 

El balance sobre la prevención también es mixto: cinco de once acusados parecen no haber cometido nuevos delitos tras las sanciones; tres más no volvieron a caer en sospecha a pesar de la ausencia de sanciones. «Tres perpetradores siguieron abusando», concluyen los autores.

Sobre todo en la asunción de responsabilidad hacia las víctimas, el informe le pone mala nota a la era Marx: «Aquí solo se puede constatar el fracaso de la dirección diocesana, pues este círculo de obligaciones no se cumplió ni de lejos». También faltó una mirada autocrítica a las estructuras. Esto se reconoció mucho más tarde.

El siguiente mandato, en cambio, se caracterizó precisamente por el cambio de perspectiva hacia causas estructurales y soluciones sistemáticas. Ackermann asumió el cargo en 2009 —anteriormente había sido obispo auxiliar en Tréveris— y ya en 2010 se convirtió en encargado de abusos de la Conferencia Episcopal. De este modo tenía un doble rol: para los obispos alemanes coordinaba el marco de procesamiento y prevención; como obispo local debía implementar él mismo ese marco. En 2010 surgieron nuevas directrices para el procedimiento en casos de abuso sexual, que enfatizaban más la responsabilidad del obispo diocesano y exigían una intervención estricta de las autoridades judiciales.

Stephan Ackermann
Stephan Ackermann

De hecho, los autores del informe pudieron constatar que Ackermann se ocupó de cada uno de los 16 casos que se hicieron conocidos en su mandato, al menos siendo informado. Los autores del estudio afirman que la diócesis cumplió su obligación de esclarecimiento en 15 de los 16 casos; en un caso, una denuncia no se persiguió tras un primer recurso de casación. 13 casos se remitieron a la fiscalía o al Vaticano. En el caso de un laico acusado no se informó al Vaticano, porque la obligación de denuncia solo existe para clérigos; en un caso de un sacerdote sólo se informó al obispo de Innsbruck (Austria), donde vivía el acusado.

En diez casos, el obispado impuso sanciones; en un caso, el de un religioso presbítero, Tréveris ya no era competente. En los dos casos del laico y del sacerdote residente en Austria no hubo sanciones para los responsables. Este último caso se detalla claramente en el informe: el entonces vicario general de Tréveris (2012-2016) y actual obispo de Limburgo (desde 2016), Georg Bätzing, pidió, según un protocolo de conversación redactada por él con el obispo de Innsbruck, Manfred Scheuer, un trato cuidadoso «en vista de la situación cada vez más desolada del emérito envejecido». Scheuer, a su vez, no se mostró sorprendido de que circularan «tales “historias”» sobre el antiguo profesor universitario. En este caso concreto, los autores del estudio ven una recaída en patrones de comportamiento de antes de 2000.

Variedad de sanciones

Por lo demás, hubo una gran variedad de sanciones. Ackermann expresó el deseo explícito de «combinar la implementación consecuente de las directrices con la obligación de cuidado hacia los acusados». En resultado, los autores del estudio constatan que en tres casos surgió la impresión de que la dirección diocesana actuó de manera negligente o demasiado laxa.

En el ámbito de la prevención ocurrió mucho a partir de 2010, aunque no todas las medidas se consideran eficaces. Sobre todo la exigencia a todos los sacerdotes de presentar certificados de antecedentes penales no se considera eficaz ni por los protagonistas de entonces ni por los autores del estudio. «Más bien será que también tales sacerdotes que en los últimos meses se han hecho conocidos como perpetradores por las denuncias de víctimas puedan presentar un certificado sin entradas que los muestre como intachables», cita el informe de una carta de Bätzing de su época como regente al entonces vicario general Georg Holkenbrink de marzo de 2011. Aun así, los autores sacan un balance positivo para la prevención de nuevos delitos por acusados conocidos: solo en un caso una sanción no mostró efecto.

Georg Bätzing
Georg Bätzing

Problemática sigue siendo la atención a las víctimas, dice el informe: aquí un balance final se muestra particularmente difícil. Se valora el desarrollo del sistema de prestaciones de reconocimiento, así como los esfuerzos personales del obispo Ackermann de escribir personalmente a cada víctima. Pero por parte de las víctimas, estos esfuerzos se valoraron de manera muy diferente: «A algunos les parecieron y les parecen insuficientes e inauténticos estos gestos del obispo; otros se lo agradecieron expresamente y los encontraron adecuados».

Las evaluaciones de los mandatos de Marx y Ackermann no contienen grandes sorpresas: Tréveris está, por la larga responsabilidad de Ackermann como encargado de abusos de la Conferencia Episcopal Alemana, particularmente bajo el foco público. Sin embargo, la diócesis no se diferencia esencialmente de otras cuya historia reciente se conoce por otros estudios e informes. 

Sin embargo, el desarrollo a través de los puntos de inflexión de 2002 y 2010 hasta hoy muestra una mayor atención a la violencia sexualizada. «A diferencia de los años 80, ahora se le dio fe a los informes de las víctimas». Desde 2000, el número de niños y jóvenes afectados ha disminuido. «El riesgo de convertirse en víctima de agresiones sexuales por sacerdotes se ha reducido estadísticamente a la mitad desde los años 70», constatan los autores.

 Mayor sensibilidad y prevención

Otro éxito de la mayor sensibilidad y prevención es que desde 2002 no se ha conocido ningún nuevo caso de perpetrador serial. Como razón para estos desarrollos positivos ve el estudio un éxito de las medidas de intervención: de hecho, han logrado que las direcciones diocesanas manejen los abusos de otra manera y con más atención. El cambio de perspectiva deseado, del protección institucional a una atención a la violencia sexualizada, parece dar frutos. Sobre todo debido al creciente reconocimiento de que los problemas estructurales favorecen los abusos.

Al cuadro completo pertenece también que los responsables eclesiales solo hicieron estos avances de aprendizaje bajo presión externa. Ambos puntos de inflexión fueron reacciones a escándalos: en 2002 a las investigaciones del periódico «Boston Globe» sobre abusos en EE.UU.; en 2010 al conjunto de hechos relacionados con el Colegio Canisio. La presión pública funciona.

El campo de estudio del informe —considerar sólo a menores y adultos vulnerables víctimas de violencia sexualizada— limita el alcance de los posibles hallazgos. Queda sin explorar el amplio campo de agresiones sobre todo contra mujeres adultas en contexto laboral, así como agresiones a adultos en general y abuso espiritual.

Aún así, con todas su deficiencias, y aunque los obispos Marx y Ackermann han pedido públicamente disculpas por sus errores y negligencias en su lucha contra los abusos en la Iglesia, en Alemania se están dando pasos hacia adelante en la lucha contra esta plaga, como no se están dando en otros países. Son pasos necesarios de sinceramiento de cifras y hechos. La alternativa sería no hacer nada, seguir callando, y seguir contemplando la sangría de fieles alejándose de las comunidades eclesiales, cosa que se verifica no sólo en Alemania, sino en la mayoría de países con presencia de cierta tradición cultural católica.

Fuente: katholisch.de

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