La Asociación de Mujeres Cristianas, en carta del 29 de marzo al Primer Ministro japonés, firmada por su Presidenta Satako Junko, han sido las primeras en levantar su voz para clamar por el cierre de las centrales nucleares:
"Son una amenaza a la paz y a la vida, y un peligro que heredarán las próximas generaciones. Por eso nosotras hemos venido oponiéndonos a su instalación". La situación es crítica después de la catástrofe de Fukushima. Nos preocupa hasta dónde y hasta cuándo se extenderá la amenaza de las radiaciones. Nos preocupan las consecuencias para nuestros hijos e hijas.
El gobierno y la empresa eléctrica no cesan de repetir que ha sido un accidente inesperado. En realidad, era previsible, pero ustedes han ocultado hasta ahora los peligros y han manipulado la opinión pública con el mito de la seguridad y la limpieza de esta fuente de energía. No han hecho las revisiones que se les pedía desde hace tiempo y han ocultado la información sobre esos peligros.
El terremoto ha sido la ocasión para ponerse de manifiesto la amenaza sobre la que se estaba viviendo a ciegas, a pesar de ser Japón un país expuesto a terremotos y tsunami habitualmente.
Nosotras exigimos:
1. Que el gobierno y la empresa eléctrica cesen de ocultar información sobre los peligros a que está expuesto Japón a causa de la radioactividad.
2. Que, además de proseguir los esfuerzos por contener el peligro en Fukushima, se revisen todas las instalaciones nucleares del país, sobre todo las más viejas, que han omitido las revisiones obligatorias y se den los pasos para su cierre, sobre todo las que se encuentran en el área vulnerable sobre la falla propensa a seismos".