AMADO NERVO, "fraile de los suspiros, celeste anacoreta"

Recordaba otro día cómo el mexicano Amado Nervo acudió en 1900 a la Exposición Universal de Paris como corresponsal periodista. No sólo conoció allí al nicaragüense Rubén Darío, sino que vivió un tiempo con él en un pisito de Montmartre. Por su imagen de bohemio

–figura estilizada, interesante barba, penetrante mirada y cierto aire israelita– le asemejaban sus amigos al poeta/profeta de Nazaret. Llegaban a señalarle cariñosamente como "Monsieur le Christ"(Señor Jesucristo).

El mismo Rubén, en un conocido soneto improvisado de la época ("Amado es la palabra, y en querer se concreta..."), le definió, en su segunda estrofa, como "fraile de los suspiros, celeste anacoreta..." Y refería que, alguna vez, a mitad de una noche de diversión, descubrían que les faltaba, y acababan encontrándole extasiado en una iglesia escuchando un concierto de música sacra.

Poco tiempo después, el fascinante mexicano amigo de Darío, y poeta como él, llegado a Madrid en 1905 como diplomático de su país, presentará un nuevo look más acorde con su nueva situación, afeitándose la barba y vistiendo con elegancia. En la fotografía presente, aparece el poeta pensando en la dama de sus sueños, Ana Cecilia Dailliez, que conoció en París y vivió con él una maravillosa década de amor y ternura. Fallecida en 1912, no dejó de escribirla apasionados y desgarradores poemas elegíacos, que sólo se darían a conocer tras el fallecimiento del propio poeta (La amada inmóvil).



DIOS TE LIBRE, POETA, DE ESCRIBIR UNA ESTROFA QUE CONTRISTE



Vamos a contemplar hoy tres poemas de Amado Nervo, de su libro "Elevación". Quien se siente escogido por Dios para transmitir paz y alegría en sus escritos, no destrucción y muerte, escribe desde la luz y la esperanza más que desde la oscuridad y la amargura. Y así, como ha expresado León Felipe en su poema "¡Que os guíe Dios!", dará a comulgar sus versos como un sacramental: "¡Que os guíe Dios...! / Y Él, que os sacara / de mi corazón, / os lleve / de corazon / en / corazón."

DIOS TE LIBRE, POETA

Dios te libre, poeta,
de verter en el cáliz de tu hermano
la más pequeña gota de amargura.

Dios te libre, poeta,
de interceptar siquiera con tu mano
la luz que el sol regale a una criatura.

Dios te libre, poeta,
de escribir una estrofa que contriste;
de turbar con tu ceño
y tu lógica triste
la lógica divina de un ensueño;
de obstruir el sendero, la vereda
que recorra la más humilde planta;
de quebrantar la pobre hoja que rueda;
de entorpecer, ni con el más suave
de los pesos, el ímpetu de un ave
o de un bello ideal que se levanta.

Ten para todo júbilo, la santa
sonrisa acogedora que lo aprueba;
pon una nota nueva
en toda voz que canta,
y resta, por lo menos,
un mínimo aguijón a cada prueba
que torture a los malos y a los buenos.




LA ROSA QUE MÁS TARDE HA FLORECIDO...



El poeta que se siente un elegido de Dios, se sube a una mesa de clase como el protagonista de "El club de los poetas muertos".Se sube a una nube para observar la vida del hombre con los ojos de Dios. Como escribió Ortiz de Lanzagorta:"¿Acaso no es el Espíritu de Dios, su Verbo mismo, el invisible y solitario escriba que va acechando a los poetas hasta llevarlos, como una bandada de plumas, hacia su campo blanco, papel virgen donde la palabra se hace carne?"

MI FILOSOFIA

Yo te destilo mi filosofía,
porque así la comprendas, niña mía,
con ella tus anhelos atemperes,
y, contemplando en paz la lejanía
de tu seguro edén, ames y esperes.

Cada vez que te quejas de impotencia,
cada vez que resurge tu impaciencia
por no asir el ensueño, aun lejano,
yo te predico, amor, que la existencia
nunca a los buenos les promete en vano.

Que las flores que ansías para ahora,
secretan ya su miel embriagadora,
y a su tiempo han de abrir el rojo broche;
que el bien que no llegó para la aurora,
sin duda llegará para la noche,
por el imán de tu querer traído,
y siempre será bien, y bienvenido;
pues con una opulencia milagrosa,
ha de pagarte todo lo sufrido.
La rosa que más tarde ha florecido,
dice Aubigné que es la más bella rosa.




¡OH, LABOR MISTERIOSA DEL BORDADOR DIVINO!



Un último poema por hoy, que cita versos de Victor Hugo que podrían traducirse: "Nunca vemos más que un sólo lado de las cosas..." Del otro lado de los sentidos, palpita una sagrada realidad que sólo el tercer ojo, el tercer oído del poeta, descubren en profundidad. Ojos que no ven, corazón que no siente. Ojos que ven, que oyen, más allá de la apariencia, corazón que siente (¡y cómo se escucha borbotear la vida por las raíces del ser!). Con semilla nueva de verdades ocultas, de últimos significados, enriquece la poesía los jardines secretos de nuestra alma:

HARMONIA

Así como nos muestra sólo una faz la luna,
de la propia manera no vemos más que una
sola faz de las cosas, como pensó el poeta.
La otra está en la sombra... Y por ser incompleta
la visión, ve asperezas en donde hay harmonía,
y noche en el nublado que disimula el día.

San Agustín nos dijo que el mundo es un dechado
visto al revés: encima, Dios borda; al otro lado,
multicolores hebras con su red caprichosa
despistan nuestros juicios... ¡Oh! labor misteriosa
del bordador divino: ya todos te veremos,
cuando en nuestra ascensión milenaria lleguemos
al vértice del ángulo final, de cuyo punto
se abarca la sublime plenitud del conjunto.

Entretanto, poeta, no murmures. Tu verso
sea uncioso, cual salmo de amor al universo.
Quien trazó el plan del Cosmos, no puede a la razón
naciente de los hombres dar una explicación
que convenía: su lógica no es la tuya de hormiga.

No juzgues, pues, adórale y deja que prosiga
sus intentos arcanos, su labor portentosa.
Que rice en espirales de luz la nebulosa;
que prenda sus translúcidas caudas, a los cometas;
que plasme entre sus manos de titán los planetas;
que encienda las divinas antorchas estelares;
que empine las montañas y que ahonde los mares.
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