Con fecha de julio del 92 recibí de Manuel Alcántara un ligero poemario que titulaba "La misma canción". Un dulce zumo de muerte daba sabor a sus versos. Veamos un ejemplo:
"No pensar nunca en la muerte
y dejar irse las tardes
mirando cómo atardece.
Ver toda la mar enfrente
y no estar triste por nada
mientras el sol se arrepiente.
Y morirme de repente
el día menos pensado.
Ese en el que pienso siempre."
Más adelante, podemos descubrir, completo, el poema que da título a este post: "Adivina quién te dio / esas ganas de morirte. / Ha tenido que ser Dios. // Ha tenido que ser Dios / un día que estaba triste. / No tiene otra explicación."
Cuando Leopoldo de Luis solicitó a Alcántara una Poética para incorporarla a su antología de la "Poesía Religiosa" (1969), el vate malagueño se la redactó en forma de carta. Veamos unas lineas que hacen referencia al tema de hoy:
"Unas veces me da pavor la idea de morirme, y otras la considero con una serenidad repugnante. ¿Por qué va a ser tan malo desaparecer? Si morir es volver a ser como antes de haber nacido, no podemos quejarnos. Soy muy poco unamuniano en esto, y creo que está muy lejos de constituir un mal final.
De todas formas muchas cosas me quedan sin contestar –esa guerra, esa injusticia, ese niño cuya madre tomó talidomida–, y es preferible creer en "la Edad de las Respuestas". Yo descarto que puedan existir revanchas post-mortem, pero creo que a los hombres se nos debe una explicación..."
¡QUÉ VOCACIÓN DE MUERTO EN MI ESQUELETO!
Es maestro el lírico Alcántara en el arte de la soleá (ejemplo cercano: los nueve versos que inician el post de hoy). Escribe de él Antonio Burgos, en su interesante antología de la poesía popular "Rapsodia española": "Quizá no sea necesario añadir que Manuel Alcántara es de Málaga. Señor de la soleá poética de tres versos, trébol de cuatro hojas para el seguro y certero hallazgo de la densidad de todo un poema de... ¿arte mayor? ¿Qué mayor arte que el magno arte menor de una soleá de tres versos de Manuel Alcántara?"
Pero no solo es Alcántara maestro en el arte menor de la copla andaluza. Lo es también en el arte mayor sonetil. Un bello ejemplo es "Radiografía": la muerte de uno está lejos, sabe Dios dónde y cuándo. Pero también está ya aquí, en el cuerpo, en la estructura ósea:
RADIOGRAFÍA
Detrás del bien urdido parapeto
de músculos, tejidos y alegría;
tras la provisional cristalería
de las venas, reside, hondo, el secreto.
¡Qué vocación de muerto en mi esqueleto!
En el cliché de la radiografía
he visto al que seré –quién sabe el día–
el día en el que Dios me ponga el veto.
Me vive en la extensión roja y espesa
un vertical difunto ensimismado,
un huésped mineral de la ternura.
No es que me importe, pero qué sorpresa
que me flote en la sangre un ahogado,
que esté de pie y que tenga mi estatura.
"AMA, RÍE, BEBE, OLVIDA..."
La obsesión por la muerte nos podría arrastrar a amar compulsivamente la vida. Se adivina, en el fondo, una lectura fundamentalista del pensamiento de Jesús: "amarás al prójimo como a ti mismo". Hemos de amar al hermano, pero no tenemos, por eso, que desaparecer como seres valiosísimos. Al contrario: el amor propio es nido donde empollar y bendecir el vuelo de la caridad.
Una vez más el "carpe diem" mediterráneo nos invita –¿por qué no?– a celebrar el amor y la amistad, a disfrutar la vida... Como escribió en su Poética para Leopoldo de Luis: "Aunque te parezca ridículo, me tengo por un poeta místico frustrado. Es la gran cuestión. Un ser humano tiene que tener algo dentro. Alguien dentro. La búsqueda y el desasosiego pueden ser apasionantes, siempre que no conviertan la vida en algo siniestro."
DIOS PIENSA QUE ES
DE MAL GUSTO...
Dios piensa que es de mal gusto
ocuparse de nosotros.
Se te habrá pasado el susto
cuando en tu hueco estén otros.
Mejor es que no hagas nada.
Como vives, aún no sabes
que la puerta está cerrada
por más que tengas las llaves.
Ponte a vivir como loco:
ama, ríe, bebe, olvida.
Puesto a vivir todo es poco
por más que dure la vida.
"HABLO DE UN PUEBLO DE CIPRESES..."
Visita el poeta, en el cementerio, la tumba de un amigo. Y reflexiona hondamente; acaso habría que culpar al cielo, partero de la vida y de la muerte("Si otros no buscan a Dios / yo no tengo más remedio: / me debe una explicación"). Se enreda literariamente, también, en el simbólico diseño en ángulo de ataúdes y cipreses...
LA VISITA
La muerte no es de aquí.
Por eso no se entiende.
La muerte es de otro sitio: de allá arriba
o de la tierra que nos tiene
o de la mar (del aire no),
o de la mar azul y verde.
Cada hombre era una fecha.
Hablo de un pueblo de cipreses
donde el silencio fue elegido alcalde.
Ciudadanos solemnes,
horizontales...
para que piense
que un hombre en pie
hace un ángulo recto con su muerte.
He dicho: «Pero Dios», y luego:
«falta en el mundo mucha gente».
También he dicho:
«amigo, vengo a verte».
"POR LA MITAD EL VASO DE MI VINO..."
"Soneto para pedir por los amigos muertos", nuestro último paisaje de hoy, uno de los más conocidos y celebrados títulos de Alcántara, representa un entrañable homenaje a amigos muertos, probablemente poetas, que siguen viviendo en el corazón del escritor, pero también en sus textos al alcance de la mano ("ellos me dan su luz como un sistema / apagado que alumbra todavía...").
La ausencia de tanto amigo deprime el ánimo. Ya no es posible compartir unos vinos. Y la cuartilla en blanco no florece. Así cerraba el último poema de "Manera de silencio":"Viniera [la Poesía] hasta mis manos y se haría la luz, / yo le preparo un hueco. / Nada se puede hacer para que venga. / Por eso yo me quedo / con los brazos cruzados, esperando / que me llueva del cielo.".
SONETO PARA PEDIR
POR LOS AMIGOS MUERTOS
Yo los llevaba dentro, los tenía
sobre mi corazón, como un emblema.
Cojo el recuerdo aquí, por donde quema,
Por donde la esperanza más se enfría.
Estoy más agujero cada día,
más desierto y más loco con mi tema;
ellos me dan su luz como un sistema
apagado que alumbra todavía.
Se me ha quedado huérfana la mano,
por la mitad el vaso de mi vino,
sin lluvia mi terreno de secano.
Dan ganas de dejar todo por irse
a buscarlos. Conozco ya el camino:
se va por el atajo de morirse.