Miguel Hernández y la sexualidad (2). Poesía de adolescencia


La modesta vivienda de la calle Arriba, adonde se trasladaron cuando Miguel tenía cuatro años, de una sola planta, disfruta de pequeño patio con pozo, que Miguel ha ido convirtiendo en jardín, con higuera, limonero, morera, pitas..., y geranios, claveles, rosales... Se levanta aneja a la casa una pequeña construcción con establo, que podía albergar hasta cuarenta cabras y unos cuatro machos, y vivienda para Vicente y Miguel. En este huerto de paz, en esta humilde arcadia, devora letra impresa, y sueña, sueña... "Leía sobre todo por la noche
-explica su hermano-,
cuando todo el mundo estaba acostado, en el cuarto aparte que nosotros ocupábamos. A veces mi padre lo sorprendía y se levantaba para apagar la luz. Entonces se producían escenas terribles, que nos dejaban aterrorizados..."

Ensaya versos Miguel de la mano contemplativa de Fray Luis. Nos asomamos a dos estrofas de Huerto mío. Su lenguaje es culto. Trabaja infatigable el estilo. Permanentemente consulta las entradillas de un buen diccionario:

Paraíso local, creación postrera,
si breve de mi casa;
sitiado abril, tapiada primavera,
donde mi vida pasa
calmándole la sed cuando le abrasa.

Adán por afición, aunque sin eva,
hojeo aquí mis horas,
viendo al verde limón cómo releva
de amarillo sus proras,
y al higo verde hacer obras medoras.


PASTOR POETA CON LIBROS EN EL MORRAL


Relata Vicente Sanabria, refiriéndose a su hermano Francisco:

"Mi hermano le acompañaba contento porque siempre encontraba algún beneficio, y era seguro que compartía la comida que Miguel llevaba en su zurrón. Nos contaba mi hermano que mientras él cuidaba de las cabras para que no se alejasen, Miguel se sentaba junto al tronco de un árbol o tras de una covachuela si era en la sierra, y allí se pasaba horas y horas con un libro sobre las rodillas, o escribiendo en un cuaderno o en papel de estraza, de los que se usaban en las tiendas para envolver. Y que le oía leerlo en voz alta, y a veces le llamaba y le leía alguna poesía o se la decía de memoria. Casi siempre se quitaba la camisa, la camiseta; Miguel resistía el sol y el aire aunque fuera en invierno."

Se conservan más de 100 poemas de esta época iniciática. Los temas son muy variados, pero casi siempre relacionados con la vida campestre. Algunos títulos:Aprendiz de chivo, Leyendo, La noche, Lujuria, Pastoril, ¡Marzo viene!, Amorosa, Tarde de domingo, La procesión huertana, Ancianidad, Sed, Atardecer, Olores, La barraca... Devora el muchacho en el monte, poemario tras poemario, con mayor avidez que el bocata de su madre, versos de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Becquer..., y de Virgilio, san Juan de la Cruz, Fray Luis, Verlaine, etc.

DOS POEMAS ERÓTICOS: "ES TU BOCA..." Y "AMOROSA"

Amor y Sexo no podrían estar ausentes en estos titubeantes años de aventura juvenil. El primer poema, que enaltece algo tan físico y personal como los labios y el beso, enciende por el cuerpo de los amantes llamaradas de excitación, revuelos de placer. No hay connotación alguna moralizadora:

ES TU BOCA...


Una herida sangrante y pequeña;
del purpúreo coral doble rama;
un clavel que en el alba se inflama;
una fresa lozana y sedeña.

Rubí, en dos dividido, que enseña
si se entreabre, blanquísima escama;
amapola, flor, cálida llama;
nido donde el amor canta y sueña.

Incendiado retazo de nube;
corazón arrancado a un querube;
fresco y rojo botón de rosal...

Es tu boca, mujer, todo eso...
Mas si cae dulcemente en un beso
a la mía, se torna en puñal.

En "AMOROSA", se atreve el tímido cabrero Miguel a sugerir a una hermosa dama que viva el erotismo ¡ya! ("carpe diem" horaciano),antes de que se sequen las flores de su piel y de su reja, antes de que se apague su luz y le devore la negra noche... En la exuberante descripción del cuerpo de la doncella, atisbo resonancias del Cantar de los cantares:

AMOROSA

Muchachita de luengos cabellos de oro
y figura que sólo sueña el pintor,
que deshojas las flores del gran tesoro
de los pocos abriles sin un amor.

Ama, hoy que en tu boca canta la risa
como un pájaro de oro que hizo el nidal
en tu ebúrnea garganta donde la brisa
que la cerca perfuma su áureo cristal.

Hoy que estás en la aurora roja y galana
que la vida nos brinda sólo una vez;
hoy que es fresa tu boca, coral y grana
y alabastro bruñido tu tersa tez.

Que es tu cuerpo un magnífico y airoso
nardo; que es tu pecho turgente, rosa y marfil;
que es tu cuello el de un cisne níveo y gallardo
y tu aliento fragancias tiene de Abril.

¡Ama! Linda muchacha de ojos de maga
y de labios purpúreos llenos de miel.
¡No es eterna tu aurora, su luz se apaga...
y la sigue la noche negra y cruel!

¡Ama linda muchacha! Bajo tu reja
florecida, te aguarda con hondo afán,
-el chambergo tirado sobre la ceja
y una hoguera en el pecho- gentil galán.

Dale, dale que calme tales ardores
lo más puro de tu alma... ¡No tu desdén!
¡Ama, niña! No aguardes a que esas flores
de tu cuerpo y tu reja mustias estén.

¡Ama, vive la vida bella e inquieta!
No te muestres esquiva, que no es virtud...
Es..., lo dijo, filósofo, grande poeta:
«¡Juventud sin amores, no es juventud!»
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