El autobús de los versos dolientes (6). DEL SILENCIO AL ÉXTASIS



Ya están circulando por las calles de Madrid otros autobuses de la fe, con el mensaje: "DIOS EXISTE. CONFÍA EN ÉL". Rafael López, secretario general de AES (Alternativa Española), denuncia el lema del bus ateo ("PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA"): "Nosotros no nos hemos atrevido a decir que, si no crees es dios, eres un desgraciado o infeliz, como han hecho ellos negando a Dios".

Lo explica
con claridad el Cardenal de Madrid Rouco Varela:
“No es aceptable que se diga o insinúe que los que creemos en Dios vivimos preocupados por ello. La fe no es fuente de preocupación insana, sino de consuelo y de libertad."

Y, refiriéndose a utilizar autobuses de línea para atacar a los creyentes, se lamenta:
“La utilización de espacios públicos para hablar mal de Dios ante los creyentes es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa. No es justo obligar a quienes tienen que hacer uso de esos espacios, sin alternativa posible, a tener que soportar mensajes que hieren su sentimiento religioso....”


"CON LAS ALAS MORDIDAS..."



En el diálogo poético fe-increencia (telegramas existenciales de los autobuses) propongo para hoy dos hermosos textos. Escuchamos, en primer lugar, la sincera confesión de Ángel González (llevamos llorándole doce largos meses) que, artesano de la palabra, medita el celestial latido de su nombre,ÁNGEL, y lo descubre vacío de sentido.

Como MIGUEL Hernández, en los nerviosos versos de "Me llamo barro aunque MIGUEL me llame..." (pulsar aquí), se siente González, turbado, falso ÁNGEL, porque su espiritual nombre "a nada corresponde" ya, en el santuario íntimo de sus creencias.

Sentado -es verano- a la sombra, va evocando los giros de noria de su vida, el fecundo fluir de las estaciones. No quiere hablar. Se calla. Porque observa los trabajos del tiempo y rumia sus crispados gestos de inquietud y melancolía en la mirada, los dientes, los pies, las manos, en toda la geografía de su cuerpo...:

PREÁMBULO A UN SILENCIO

Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas
a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol –en verano–,
y se calla.

(¿Dije tranquilamente?: falso, falso:
uno se sienta inquieto haciendo extraños gestos,
pisoteando las hojas abatidas
por la furia de un otoño sombrío,
destrozando con los dedos el cartón inocente de una caja de fósforos,
mordiendo injustamente las uñas de esos dedos,
escupiendo en los charcos invernales,
golpeando con el puño cerrado la piel rugosa de las casas que permanecen indiferentes al paso de la primavera,
una primavera urbana que asoma con timidez los flecos de sus cabellos verdes allá arriba,
detrás del zinc oscuro de los canalones,
levemente arraigada a la materia efímera de las tejas a punto de ser polvo.)

Eso es cierto, tan cierto
como que tengo un nombre con alas celestiales,
arcangélico nombre que a nada corresponde:
Ángel,
me dicen,
y yo me levanto
disciplinado y recto
con las alas mordidas
–quiero decir: las uñas–¬
y sonrío y me callo porque, en último extremo,
uno tiene conciencia
de la inutilidad de todas las palabras.



DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA LA VIDA



Y ahora el poema confesional, del bilbaíno Javier de Bengoechea, excelente sonetista. Claro que, frente a la naturaleza que asusta, a veces, con su ciclo de día y noche, primavera y muerte, un cristiano abre bien los ojos y todos los sentidos y, en un atardecer por ejemplo, eleva el corazón emocionado hacia la misteriosa llama que le convoca a la plegaria. Acaso cante algún pájaro (nos habla Dios por él...). Y el aire es limpio y luminoso. Ya casi adivinamos por las nubes fulgor de túnicas, alboroto de ángeles:

MILAGRO

Milagro es esta tarde prodigiosa,
y un pájaro cantando, pluma viva,
metáfora con alas, compasiva
lengua de Dios, hablando misteriosa.

Los perfumados dedos de la rosa
cogen el pie del aire, que se iba...
¡Oh beata quietud! ¡Oh luz cautiva!
¡Oh noviciado de la mariposa!

Tan puro el aire, y tan posible el vuelo,
ay, también yo me transfiguraría
bajo la claridad de mi desvelo...

¡Puede ser el milagro todavía!
Si en esta limpia luz, si en este cielo
volase un ángel hoy, se le vería.



SI QUERÉIS CONOCER otro poema de Bengoechea, el soneto "ESTOY", pulsad aquí.
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