Familias Angosto, una sencilla apuesta por la familia

Acaba de iniciarse el Sínodo sobre la Familia en Roma. Esta iniciativa del Papa Francisco ha suscitado mucho interés y no pocas esperanzas en la comunidad cristiana.

Ya desde el primer momento el Papa Francisco invitó a todos a aportar su grano de arena en el Sínodo. La encuesta fue una oportunidad para quien quiso acogerla y participar, conscientes en todo caso que no pasaría de ser un grano de arena.

Además de las aportaciones a través de las encuestas otros colectivos y otras personas a título individual han lanzado sus reflexiones, sugerencias, aportaciones, … Casi todo el mundo parece querer sentirse partícipe de un evento que puede hacer historia, y no solo de la Iglesia.

Entre las aportaciones con las que me he ido encontrando está una carta abierta que un grupo de “expertos en el tema de la familia” de varias nacionalidades enviaron al Papa Francisco.

(este es el enlace donde encontré la información: http://www.aleteia.org/es/religion/articulo/el-hombre-y-la-mujer-de-hoy-necesitan-desesperadamente-saber-por-que-es-bueno-casarse-5817823154667520?utm_campaign=NL_es&utm_source=daily_newsletter&utm_medium=mail&utm_content=NL_es-02/10/2014 )

En esa carta había un párrafo que llamó especialmente mi atención y que transcribo: “Quizás la nueva forma más valiente como podemos evangelizar a las parejas
casadas (y por extensión a los futuros matrimonios de sus hijos) es
construir pequeñas comunidades de parejas casadas que se apoyen mutuamente
de manera incondicional en su vocación a la vida conyugal. Estas
comunidades proporcionarían redes de apoyo basadas en vínculos de fe y
familia, compromiso en el matrimonio para toda la vida y responsabilidad de
uno por el otro.”


Sin dejar de quitarle mérito a la propuesta, lo primero que pensé cuando lo leí fue: “si esto ya existe, lo que falta es que se multiplique”.

Y pensé en las diferentes modalidades de grupos familiares y de apoyo a la familia que hay en la Iglesia, reconocidas oficialmente y no reconocidas, y pensé en las propuestas que duermen en el cajón o la papelera de algún obispado, y pensé en la reiterada cantinela de volver a las fuentes, a aquellas primitivas comunidades cristianas, y pensé sobre todo en una realidad que conozco muy de cerca y que responde en su esencia a esa propuesta de los grandes expertos y que en 2015 cumplirá 9 años de existencia: Familias Angosto.


Non solum sed etiam.


(Si tras leer lo que sigue alguien desease más información de nuestra experiencia de Familias Angosto puede dirigirse a familiasangosto@gmail.com)

Familias Angosto es, hoy, un grupo de 11 familias que, procedentes de varias diócesis, se reúnen un mínimo de dos veces al año y mantienen su afecto 365 días al año. El origen de Familias Angosto se remonta a una familia, a un matrimonio que tras muchos años vinculados desde la adolescencia a grupos y movimientos de la Iglesia, desde su nueva situación de pareja con hijos quisieron seguir disfrutando de esas “convivencias de fin de semana” que tanto habían disfrutado, y que en su caso fue el primer escenario en donde se fueron descubriendo el uno al otro. Tras seguir participando en los “encuentros de jóvenes” de un movimiento cristiano fueron siendo conscientes de varias realidades: Una, las casas de encuentros de la iglesia no están adaptadas para acoger familias con hijos, y Dos: un encuentro para familias precisaba de una fórmula especifica, unos horarios adaptados, una dinámica diferente.

Intentaron aprovechar la estructura del movimiento al que pertenecían y propusieron organizar unos encuentros para familias jóvenes. Hoy quizá haya que reconocer que, “gracias a Dios”, la organización no dio facilidades.

En lugar de desanimarse convocaron a otras 6 familias y buscaron un lugar para juntarse un fin de semana. El programa del encuentro tenía momentos para vivir en familia, para rezar en familia, para divertirse en familia, y momentos para poner sobre la mesa lo que nos preocupaba a los padres mientras los hijos, todavía pequeños, eran atendidos y tenían sus juegos. La fórmula gustó, la familia creció (porque vinieron nuevos miembros a las familias fundadoras y porque nuevas familias se sumaban cada año al encuentro), la formación de los padres se dejaba en manos de expertos en los temas que habíamos querido tratar y cuando entre nuestros hijos nos hemos encontrado con un grupo de magníficos adolescentes, la formación de ellos también ha pasado a formar parte del programa de Familias Angosto.

Como no podía ser de otra manera desde el primer encuentro necesitamos el acompañamiento de un sacerdote y aunque su escasez es patente, siempre hemos tenido a Satur a nuestro lado y a otros sacerdotes que han ido pasando en los diferentes encuentros. Incluso estuvo hace años con nosotros unas horas el recién llegado a Bilbao entonces como obispo auxiliar y hoy titular de esa diócesis D. Mario Iceta.


Lo de Familias Angosto se debe a que desde el primer año el lugar escogido fue el antiguo noviciado de los Pasionistas, ubicado junto al Santuario de Ntra. Sra. de Angosto (Álava) que casualmente es una advocación vinculada a la protección de las familias. Gracias a la buena voluntad de la comunidad pasionista cada año en el fin de semana de junio que nos juntamos hacemos de una gran parte de la casa, “nuestra casa” y hemos ido “haciendo” una casa de encuentros perfecta para familias.

Como el encuentro de junio se nos quedaba corto empezamos a juntarnos en septiembre/octubre para repasar lo bueno y lo malo del encuentro de ese año y para programar el del año siguiente. Este año otra “escusa” que quizá se acabe institucionalizando nos volvió a reunir en Lerma, al abrigo de las Hnas Dominicas.
Creo que Familias Angosto es una experiencia que responde a ese objetivo de familias que se apoyan mutuamente, y momentos duros todos hemos pasado y en lo poco o en lo mucho hemos sentido el calor de nuestros amigos, ¡qué digo amigos! Hermanos de Familias Angosto.


Detrás de Familias Angosto no hay ninguna institución, ni movimiento, ni parroquia y esa es también una de las grandezas de esta iniciativa muy probablemente. Sí porque todo sale de nuestro esfuerzo y nuestro bolsillo, es una puesta en común de bienes que alcanza hasta cuando hay que reponer el dinero que robaron a un par de familias un año (desde entonces el dinero se maneja por transferencias y un problema menos) de todo se puede aprender en esta vida.


Y hasta aquí mi relato que no quiere ser más allá de un par de pinceladas de esta iniciativa que a un grupo de familias nos sirve para vivir la vida y la fe, para encontrar las fuerzas y las claves desde el Evangelio y la experiencia del hermano que nos sirvan para vivir nuestras relaciones de parejas, nuestras vocaciones de padres y nuestras condiciones de hijos de Dios y miembros de esta sociedad a la que pertenecemos.

Por si a alguien le seduce organizar en su entorno un grupo similar esta podría ser la “receta” que a nosotros nos ha funcionado. Y recuerdo que dejamos una dirección de correo a disposición de cuantos deseen conocer algo más. familiasangosto@gmail.com


Receta para montar un grupo de “Familias Angosto”

Convoquen a pasar un fin de semana a un pequeño número de familias con las que ya exista un mínimo vínculo de amistad.
Busquen un sacerdote que les acompañe durante todo el fin de semana a ser posible
Encuentren algún lugar que pueda acogerlos a todos (y en el que quepa alguno más)
Planifiquen un plan de actividades que lleve los siguientes ingredientes:
- Ilusión y diversión
- Oración y contemplación
- Formación y diálogo
- Convivencia y fraternidad
Distribuyan estos ingredientes en un programa para cada día
Testen el programa y evalúen el buen sabor de boca que queda al final
Cuando hayan alcanzado un punto de satisfacción sugieran abrir la convocatoria a otras familias, tampoco aspiren a ser un grupo masivo, para esta receta al menos no es aconsejable.
Maduren el siguiente encuentro manteniendo un contacto telefónico, por carta, whatssap o por mail con las familias convocadas
Pasado el tiempo celebren un segundo encuentro
Vuelvan a testar el sabor de boca que queda al final
Atrévanse a ir añadiendo ingredientes en cada encuentro pensando en los paladares por edades.
Pasados unos encuentros adopten una comunidad de monjas de clausura, le dará un punto que les ayude a descubrir sabores nuevos.
Y por último disfruten en cada encuentro de su menú familiar procurando que quede como receta que pase de generación en generación.
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