"Mientras quienes deberían proteger lo sagrado, se felicitan por las cifras de visitantes" ¿Evangelizar o entretener? Los disparates de la Catedral de Segovia en su V Centenario

La luna, en el interior de la catedral segoviana
La luna, en el interior de la catedral segoviana CdS

El dossier de su V Centenario, a ojos de muchos fieles, no honra al templo, lo vacía mientras quienes deberían proteger lo sagrado se felicitan por las cifras de visitantes

Desde la gestión y comunicación cultural, la teología, la Sagrada Escritura y el Derecho Canónico, el diagnóstico es contundente: estamos, en mi opinión, ante una clara traición eclesial

Jesús expulsó a los mercaderes del Templo. Hoy, quinientos años después, la Catedral de Segovia no necesita que alguien lo haga: lo ha hecho sola. El dossier de su V Centenario, a ojos de muchos fieles, no honra al templo, lo vacía mientras quienes deberían proteger lo sagrado se felicitan por las cifras de visitantes.

Desde la gestión y comunicación cultural, la teología, la Sagrada Escritura y el Derecho Canónico, el diagnóstico es contundente: estamos, en mi opinión, ante una clara traición eclesial. Hagamos un repaso a los disparates que pretende vendernos como “éxito”.

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1.El árbol que opacó a la Sagrada Familia

Gestionar una Catedral no es competir con las luces de Vigo. Gestionarla es custodiar un espacio que pertenece a Dios, no al turismo ni a las agendas comerciales. Así lo exige la gestión cultural, y así lo dicta el Derecho Canónico cuando dice que en un lugar sagrado solamente puede permitirse aquello que sirva al ejercicio o incremento del culto, de la piedad y de la religión. ¿En qué parte del Evangelio dice que plantar un árbol de doce metros, con más luces que un centro comercial de Arizona, promueve la adoración? ¿Desde cuándo el Adviento se mide en luces? ¿Dónde quedó el pesebre -ese humilde icono que anunciaba a Dios hecho carne-? La Navidad no necesita espectáculo, necesita pobreza, silencio y sentido. Pero parece que el sentido, en este Centenario, ha sido el primero en ser apagado.

2.La luna que sustituyó al altar

Pero lo peor llegó cuando la nave central, pensada para elevar la mirada al altar -y con ella, el alma hacia Dios- fue secuestrada por una luna gigante en mitad del templo. ¿Quién, en su sano juicio, pensó ese bochorno sobre el eje sagrado del templo mejoraría la experiencia de fe? ¿Qué parte de “este lugar es santo” no entendieron? Puro exhibicionismo disfrazado de innovación. El Cabildo y sus canónigos presumen sin sonrojo de cifras: 76.134 visitas, 180.000 interacciones online y hasta un concurso de fotografía para ver “quién caza mejor la luna” dentro del templo. Como si el altar se hubiera consagrado a Instagram y no a Dios. ¿Y esto es lo que llaman “éxito”? ¿Clicks por conversiones? ¿Selfies por sacramentos? Guardini fue todavía más certero: lo sagrado no se manipula, se venera. Pero el Cabildo ha optado por colgarlo como reclamo turístico.

Imagen de una actividad en la catedral de Segovia
Imagen de una actividad en la catedral de Segovia RRSS

Mientras cientos de fieles pedían explicaciones por esta vergüenza de iniciativa en las redes sociales de la Catedral de Segovia, la persona encargada de emitir un comunicado -según se ha anunciado en los propios medios de comunicación, Adolfo Rubio Pascual‑Muerte, responsable de comunicación- optó por el silencio.

El error es de extrema gravedad si se consideran los principios básicos de cualquier manual de gestión de crisis comunicativa: 1.Principio de respuesta inmediata: ante una situación de tensión, el tiempo es clave. No responder en las primeras horas no solo deja el relato en manos ajenas, sino que acentúa la percepción de culpa. 2. Principio de empatía pública: la institución no está obligada a dar la razón, pero sí a mostrar sensibilidad hacia las emociones que ha provocado su actuación. No humanizar la respuesta es regalar la batalla moral al enfado colectivo. 3. Principio de contextualización narrativa: en toda crisis, se necesita rearmar el relato institucional, no abandonarlo. La ausencia de explicaciones genera un vacío que termina llenándose con versiones externas, especulaciones o incluso burlas.  Para próximas veces, como crítica constructiva, si se debe estar al frente de la comunicación de una Catedral, no basta con preparar ruedas de prensa. Hay que estar cuando más duele. Comunicar es sostener la voz de la Catedral cuando tiembla su suelo. Comunicar es dar la cara.

3. La Capilla convertida en sala de coleccionistas privados

Y si lo anterior, en mi opinión, era indecente, esto roza ya la blasfemia. Convertir una capilla consagrada -un espacio donde la Virgen aguarda oración, recogimiento y silencio- en una galería para exponer la obra de un coleccionista privado. Cuando el márketing sustituye a la adoración, no solo se pierde el rumbo: se pervierte la finalidad misma del templo. El derecho canonico dice que Los lugares sagrados deben mantenerse limpios y decorosamente, y no deben destinarse a usos ajenos a su destino propio. Aquí no se ha difundido cultura: se ha desalojado la fe de su casa.

4. La música profana que sustituyó a la adoración

Después de colgar lunas en la nave y desalojar a la Virgen para colgar cuadros de coleccionistas, solo faltaba coronar el despropósito con conciertos profanos. El Sacrosanctum Concilium es cristalino cuando afirma que la música sacra será tanto más santa cuanto más esté unida a la acción litúrgica. ¿Dónde quedó el órgano, el canto gregoriano, la liturgia de las horas? Sustituidos por consumo. Y quien autoriza esta aberración, quien consiente que el altar se convierta en escenario, no ha innovado: ha desertado. Y, lo que es peor, ha traicionado la fe que habita en él.

Acto en el interior de la catedral de Segovia
Acto en el interior de la catedral de Segovia CdS

El dossier del Centenario insiste en que la Catedral debe ser “abierta a todos”. ¿Abierta a qué, exactamente? ¿A la colonización turística, al postureo en redes? ¿a qué? La apertura cristiana no consiste en disfrazarse de mundo, sino en ofrecer la Verdad aunque duela. Carta a los romanos.

5. La Catedral convertida en valla publicitaria

Y cuando parecía que ya no se podía rebajar más el listón… este 3 de julio proyectaron unos premios empresariales sobre la fachada. No en un polideportivo, no en un auditorio municipal: en la fachada de un templo consagrado. ¿Quién fue el iluminado (nunca mejor dicho) que pensó que esto era evangelización? ¿Desde cuándo un templo se convierte en soporte publicitario para eventos privados?

El rostro litúrgico de la Catedral convertido al servicio de intereses económicos que nada tienen que ver con la misión pastoral de la Iglesia. ¿Qué será lo próximo? ¿El logotipo de una eléctrica proyectado sobre el Altar Mayor? Este despropósito no solo banaliza el templo: lo instrumentaliza. Y cuando un lugar sagrado se subyuga al mercado, ya no es un templo. No es una apertura al mundo, como algunos quieren vendernos, es una claudicación. ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo pone? ¿Quién lo defiende? Porque si una Catedral se entrega sin reservas al turismo, al espectáculo y ahora también al mercado... ¿qué queda de su alma?

Conclusión: un Centenario que olvida su alma

La Catedral de Segovia, a percepción de muchos, se ha entregado al turismo de consumo rápido. Hace unos días, mientras recorría el templo, pregunté a una trabajadora que estaba en la sala capitular si todo esto le parecía evangelización. Su respuesta, en voz baja pero sin vacilar, fue demoledora: “Esto es una banalización”. Desde la UNESCO hasta el Concilio Vaticano II, el mandato es claro: sin autenticidad funcional, no hay patrimonio. ¿Lo ha olvidado el deán, Rafael de Arcos Extremera? Le recuerdo que el Papa Francisco fue claro en Evangelii Gaudium. Pero a juzgar por lo visto, me parece que se rige por el: “Que hablen mal o bien, pero que hablen”. Porque si nuestra única preocupación es aparecer en medios y preocuparse por dinero, entonces ya no podemos hablar de pastoral. Así que, oiga, señor, usted no merece ninguna conmemoración. Merece que haga un perdón público a toda la cristiandad. O mejor aún, como ya han manifestado públicamente otros fieles, su salida y dejar su cargo a otra persona que pueda reconducir esta Catedral.

Logotipo aniversario catedral de Segovia
Logotipo aniversario catedral de Segovia

Este Centenario era una ocasión única para devolver el Misterio a su casa. Para recordar que el arte sacro no es un decorado, sino un lenguaje eterno. En cambio, aquí se ha retratado a una Catedral acomplejada, que prefiere aplausos a oraciones, clics a contemplación, decorados a vidas transformadas. No es solo mala gestión cultural. Es, en mi opinión, una traición teológica. Y lo más triste es esto: que ya apenas escandaliza.  Hay quien defiende que “Gracias a estas iniciativas la Iglesia se ha abierto atrayendo gente”. También los mercaderes atraían multitudes. También el becerro de oro congregó a todo el pueblo. Atraer no es redimir. Visitar no es evangelizar. Si la medida del éxito pastoral es cuánta gente entra, y no a quién encuentran al entrar, hemos abdicado de nuestra misión. Quienes somos creyentes esto nos duele muchísimo.

La Diócesis de Segovia arrastra ya demasiadas heridas. La vergüenza homófoba de Torrecaballeros que abrió hasta informativos nacionales aún está viva. ¿De verdad hacía falta sumarle estos otros? Si de verdad amamos a la Iglesia, no podemos seguir normalizando estas vergüenzas. Hay que recordar -de una vez- que un templo es la Casa de Dios.

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