(Jorge Costadoat).- La Navidad nos saca del alma los mejores sentimientos. Tal vez el más grande ellos -sentimiento y actitud ante la vida-, es la esperanza. No obstante lo ocurrido en los últimos meses, volvemos a creer en el ser humano. Las derrotas del año, entre Pascua y Año nuevo, ocuparán el lugar que les corresponde. La vida no tiene derecho a humillarnos. Las humillaciones sufridas no debieran nublarnos el porvenir. La Navidad nos recuerda la inmortalidad de nuestra dignidad. La memoria de una mujer humilde, su familia modesta, reaviva en nosotros anhelos de amor y de paz, alienta nuestra esperanza.
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