La "Bernardas" de Burgos celebran a su patrono Los muros Claravalenses ofrecen compasión
(Rosa Ana Izquierdo).- La comunidad cisterciense, conocida popularmente como ‘Bernardas' - Burgos -, celebra la solemnidad de su patrono, San Bernardo de Claraval, el 20 de agosto, en el marco del Año de la Misericordia.
Con su pluma áurea, este monje del siglo XII se presenta como ‘faro en la noche' tanto para su época como para la sociedad actual. Estamos ante la experiencia de un hombre de palacio para quien el recogimiento de la vida monástica se convierte en ocasión para ser lúcido consigo mismo; la lectura del Evangelio le acerca a comprender la profundidad de la misericordia y la compasión.
En la práctica diaria identificamos como sinónimos misericordia y compasión. En realidad se trata de conceptos distintos unidos por un lazo en común, el amor. San Bernardo insiste en que el amor es la clave que debe articular las relaciones sociales. La sencillez de las palabras del monje es una auténtica provocación para nuestra sociedad liberal. Robert Higgs y Elizabeth Bernard Higgs afirman en un artículo titulado "Compasión: un factor crítico para conseguir y mantener una sociedad libre", que aunque una sociedad viva el principio de libertad, le falta algo: la compasión hacia los demás. Compasión entendida como empatía y como compromiso personal en la reducción de los sufrimientos de los otros. Vivimos en una sociedad libre, pero en esta sociedad hay muchas personas que no pueden solucionar sus problemas por sí mismas. No basta con el respeto, con la ‘no agresión' para solucionarlos.
Puede surgir un problema de ser compasivo de forma egoísta: Ayudar al otro porque algún día te puedes encontrar en la misma situación. El claustro monástico, tal y como nos enseña la pedagogía bernardiana, ofrece unas condiciones privilegiadas para alcanzar esta liberación progresiva de todo egoísmo: la compasión fraternal. Nos dirán los Higgs que "la verdadera compasión es una virtud que hay que vivir por ella misma, no una acción instrumental. Tiene la capacidad de producir un milagro en las mentes y los espíritus de los que experimentan la compasión y actúan en consecuencia. Hay una forma de ser compasivo, es lo que llamamos ‘asistencia pública' o ‘estado del bienestar' en nuestro mundo actual, pero que se convierte en transferencias frías e impersonales".
Dicha forma compasiva no llega a la raíz de la compasión pura, que hace responsable de la propia vida del otro, estando dispuesto a hacer sacrificios que puedan llevar a mejorar las situaciones a largo plazo. San Bernardo nos dirá que el perfume de la compasión son todas las miserias concentradas y atravesadas por una mirada de expresión entrañable que lleva al amor desinteresado y puro.
Impresiona la coincidencia entre los argumentos del claravalense y los de los Higgs. Ambos insisten en una compasión que considere las necesidades de muchos, de todos, no sólo las de los que están a nuestro lado y las de los que nos pueden devolver el favor. Al implicarnos en dichas acciones nos desarrollamos nosotros mismos como personas. El afortunado que vive en la compasión "es aquel que se apiada y presta, propenso a la compasión, siempre dispuesto a ayudar", respetando siempre a los necesitados a los que ayudamos, de modo que ellos se respeten como personas, asuman sus responsabilidades y hagan lo que puedan para salir, ellos mismos, de su situación. De esta manera será más feliz en dar que en recibir, inclinado al perdón, lento a la ira, plenamente incapaz de vengarse, atento en todo a las necesidades ajenas como si fueran propias.
Curiosamente San Bernardo y los Higgs concluyen que el lazo que une misericordia - compasión, por muy ingenuo que puede parecer, es el amor. En la verdadera compasión, el que da, lo mismo que el que recibe, es transformado para lo mejor.
La comunidad cisterciense de San Bernardo (P/ Pisones, 60) les invita a seguir saboreando el mensaje bernardiano de la compasión y la misericordia los días 18, 19 y 20 a las horas 19.00. ¡Les esperamos!.
Rosa Ana Izquierdo
Monasterio Cisterciense de San Bernardo - Burgos-
