La asignación tributaria huele a privilegio Donde tu tesoro, allí tu corazón
(Ramón Baltar).- Los obispos interpretan como confirmatoria de la gran aceptación social de la Iglesia Católica el número de declaraciones del IRPF que la favorecen con la cruz. Rechazan de plano que se trate de un privilegio y aun argumentan que ese dinero no sale de los Presupuestos del Estado. Presentan muy mal su caso.
Los datos oficiales del ejercicio de 2010 arrojan un aumento de casi 200.000 declaraciones, lo que supone el 35'71% de las presentadas. Está bastante bien en términos absolutos, pero tampoco es para echar cohetes.
En efecto, si se advierte que según las encuestas del CIS tres de cada cuatro españoles se declaran católicos, habrían de preguntarse por qué más de la mitad se desentiende del deber moral de contribuir al sostenimiento de su iglesia. El hecho de que cumplirlo no les costaría ni un euro adicional, sugiere que no gustarían las respuestas.
Bien pensada la cosa, la asignación tributaria huele a privilegio. El mandato constitucional que obliga al Estado a mantener relaciones de colaboración con la Iglesia Católica no incluye subvencionar las actividades y servicios que no le incumben.
Dicho a lo burro: Hacienda no tiene que cargar con la nómina de sacerdotes y obispos, por muy importante que sea la salud espiritual de los ciudadanos. Para hacerlo, las partes contratantes se inventaron una excepción al principio de subsidiariedad, falta de respeto a las reglas de juego colindante del cinismo.
No es cierto que esa transferencia semiencubierta no afecte a las cuentas estatales, ya que apareja una reducción de ingresos. Es legítimo y hasta deseable que los contribuyentes desgraven por los donativos que hacen a las confesiones religiosas, pero no que dispongan del dinero de los que no quieran hacerlo. Tienen razón en quejarse los que se sienten agraviados.
La situación es de esperpento: la Iglesia Católica no cumple el compromiso de autofinanciarse contraído en los Acuerdos de 1979 y el Estado aconfesional sigue recaudando para ella gratis. Y Rubalcaba con esos pelos.