Un camino sin GPS


De niños la vida, los padres, nos trazan un camino. Te condicionan además el país, el entorno, la clase social en que naces. Luego, el ejemplo y los consejos: “Serás como papa”; “mira a tu hermano qué bueno es”; “debes estudiar mucho para ganarlo bien y situarte en la vida”. Pero no todos los proyectos se cumplen. Uno se queda huérfano. A otro, la necesidad o las aficiones le hacen cambiar de dirección, etc. A nadie se le da una guía de carreteras o un Gps para orientarse en la vida; sencillamente porque el futuro es una incógnita llena de imprevistos y sorpresas. Como dice un amigo, porque “lo más seguro es que quién sabe”.
La índole del ser humano es el “hacer camino al andar” machadiano, o como dice Leon Felipe :“Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol… y un camino virgen Dios”.
Todo está en continuo cambio. ¿Cuál es pues el secreto del caminante? Aparte de caer en la cuenta de que hay que ser en la vida “romero”, “romero sólo que cruza por caminos nuevos”, lo importante no es tanto a dónde te lleven tus pies, ni el equipaje, ni a qué ciudad o pueblo te diriges, sino la luz interior del caminante. Ni si estoy aquí o allá, soy rico o pobre, guapo o feo, sano o enfermo, sino despertar a la verdad suprema y tomar conciencia de que en realidad nunca salí de casa pues todo lo poseo en el Dios que habitamos y somos.
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