Monseñor Agrelo, en Religion Digital

Es franciscano y gallego de Rianxo. Y ejerce de ambas condiciones. Porque Monseñor Santiago Agrelo lleva a Galicia y al franciscanismo en el corazón. Y, desde el año pasado, a Tánger, a Marruecos y a toda África. Su corazón es grande y libre y le llega para todos. Lleva poco más de un año en su sede del norte de África, pero ya está “encarnado hasta la médula”. Por eso, no se siente en peligro ni siquiera tras las amenazas de Al Qaeda, reconoce que es “impensable” que un musulmán se convierta y le duele sobre todo “el éxodo bíblico de los emigrantes hacia la muerte”. Y sobre todo, le duele la actual situación de Gaza. Y lanza un SOS: "Creo que la matanza de Gaza hay que detenerla. Y sólo lo puede hacer un rechazo social generalizado. Ni una palabra de justificación para quien mata. Sólo un grito de amor para que nadie mate". Es un honor para Religion Digital contar con la colaboración habitual de monseñor Agrelo.

Santiago Agrelo siempre unió lo teórico y lo práctico. Por eso, antes de ser elegido obispo, se dedicó casi por igual a sus clases de Liturgia (especialidad en la que goza de un reconocido prestigio) en el Instituto Teológico Compostelano, que dirige Segundo L. Pérez, a sus libros y artículos (numerosos) y a la pastoral parroquial.

“Siempre compaginé la teoría y la práctica. Primero, en Roma y, después, en la diócesis de Astorga, en la zona de Vega de Valcarce, que pertenece al Bierzo, pero donde todo el mundo habla gallego”, cuenta monseñor Agrelo ya con nostalgia.

Los franciscanos fueron allí para trabajar con los peregrinos del Camino de Santiago y, ante la escasez de clero, se hicieron cargo de 17 parroquias entre O Cebreiro y Villafranca del Bierzo. “Un servicio muy hermoso y muy en consonancia con nuestra vocación franciscana”.

Con aldeas casi vacías. Algunas, con un solo vecino. “Se prestaba a la cercanía máxima con los vecinos. Uno los quiere y ellos necesitan al cura y también lo quieren. Por eso, algunos lo tomaron muy mal cuando se enteraron de que me habían hecho obispo y que me iba”.

En el corazón de la morería

El 11 de abril de 2007, Benedicto XVI, le nombró, en efecto, arzobispo de Tánger. Una diócesis pequeña en número (unos 2.000 cristianos, “casi los mismos que tenía en mis parroquias”), en el corazón de la morería.

Cuentan que cuando se enteró del nombramiento, lloró. Quizás por lo que dejaba atrás y, sobre todo, por lo que asumía. “No es que esperase el nombramiento, es que lo temía. Porque el arzobispo de Tánger siempre fue un miembro de la provincia franciscana de Galicia. Es una vocación dentro de nuestra vocación franciscana, con un juramento de ir a Tierra Santa y a Marruecos. Y, además, entre los frailes, se murmuraba de mí”, explica con buen humor y con la típica sonrisa gallega siempre en el rostro.

El cambio no le supuso demasiado esfuerzo. “Fue como cambiar una parroquia por otra. De hecho, ya me conocen todos mis fieles, yo ya conozco a muchos y espero conocerlos pronto a todos. Soy como un hermano más, uno más de la familia de los cristianos”.

Su lema episcopal: “Semper in ore salmus, semper in core Christus”. Y un escudo también muy personalizado, en el que no falta, por supuesto, el escudo franciscano; una azucena (“recuerdo entrañable de las monjas concepcionistas franciscanas de Viveiro”); o una torre pedestal de la Virgen de Guadalupe de Rianxo, su patria chica. Y uniendo los tres campos, una estrella, recuerdo de la bandera de Marruecos.

“Quiero a Galicia”

Monseñor Agrelo es de los obispos que no presume de serlo. Sus amigos le siguen llamando Santiago. Y sus 7 hermanos, Lucho. “Voy a Galicia con frecuencia. Pero nunca he sentido morriña. Y eso que estoy muy apegado a la familia, que está muy unida. Somos como una piña, pero sin agobiarnos. Y Galicia tampoco me agobia, pero la quiero”

En Tánger le recibieron con los brazos abiertos “y el grito típico”. Y, como no podía ser de otra manera, le consagró su hermano de orden y predecesor en la sede de Tánger, monseñor Amigo Vallejo. El nuevo arzobispo de Tánger destaca de su predecesor “su enorme capacidad de trabajo, de palabra, de discurso, de presencia y de cercanía. Incluso con los medios de comunicación”.

Emigración

Como gallego lleva en la sangre la emigración. Y ahora, como arzobispo de Tánger, una de las ciudades de donde sale la emigración magrebí y por donde pasa la subsahariana, la sufre. Y le duele. “Las migraciones no son un problema, sino una realidad y una ocasión estupenda para que la Iglesia las tome en seria y les haga hueco en sus estructuras. Porque tener capacidad de acogida no es sólo ni principalmente ayudar al necesitado”.

Monseñor Agrelo tiene presentes sobre todo a los subsaharianos que llegan a Marruecos a través del desierto. “Porque en el desierto pasan tantas tragedias como en el mar, aunque no se tengan noticias de ellas. Esto es una tragedia humana y un desafío para la Iglesia. Es como un éxodo bíblico. Sólo que en el Exodo iban hacia la vida y, ahora, van hacia la muerte”. Asegura, asimismo, que “hay muchas pateras que nunca llegan”.

Considera el arzobispo que la Iglesia tiene que “aliviar en el camino, comprometerse con los emigrantes en el destino y disuadir en el punto de partida”. Disuadir “no sólo por el peligro del camino, sino porque no van al paraíso, sino posiblemente a una situación de explotación”.

De todas formas, “el fenómeno migratorio va a seguir creciendo”, porque “allí está la pobreza y aquí, el espectáculo de la riqueza”. Por eso, “los “políticos están obligados a buscar una solución. Las naciones tienen que aprender a ser solidarias. No es de recibo que una persona esté destinada a ser feliz por haber nacido en Galicia y otra a ser desgraciada por haber nacido en Marruecos o en Chad”.

El Islam

“Me sitúo como cristiano en medio del Islam. Nuestra presencia en medio de ellos es casi insignificante. Pero es la presencia de la Iglesia de Cristo en medio de los hermanos musulmanes. Mi objetivo es que nuestra presencia sea significativa para el mundo islámico. Para que, al vernos, puedan decir: ‘debe valer la pena ser cristino’”.

En su primera Plenaria, los obispos le preguntaron si había conversiones procedentes del Islam. “No es cuestión de conversiones. Los musulmanes nos quieren, pero el paso de convertirse al cristianismo es impensable. Porque, para un musulmán, supone apostasía y, además, enfrentarse a consecuencias legales e incluso a la muerte”.

Agrelo recuerda que “Para los musulmanes, Jesús es un gran profeta, al que respetan mucho, igual que a la Virgen, cuya virginidad también confiesan”.

Por eso, a su juicio, “la mayor dificultad con la que se tropieza la Iglesia no es la diferencia de creencias, sino la falta de libertad religiosa y de conciencia. Tenemos liberta de culto, pero no libertad religiosa”.

¿El mundo musulmán necesita un “aggiornamento”, una especie de Concilio Vaticano II? “Para que en el mundo musulmán se produzca una evolución es necesario que pase por la Ilustración y que se plantee las cuestiones de una forma racional e ilustrada”.

“No me siento en peligro”

Cuenta Agrelo que “la relación con las autoridades musulmanes es respetuosa y cordial”. Incluso le invitaron ya a una boda de la Casa Real marroquí”. Y es que, en Marruecos, “la religión no es radical”, aunque haya “algunos intransigentes, como hay en todas partes”. Quizás por eso, dice que no se siente “en peligro en absoluto”. Y aporta un pequeño detalle: “Tenga en cuenta que nos saludamos llevando la mano al corazón”.

No se siente en peligro ni siquiera tras las amenazas de Al Qaeda. “Me duele que alguien a quien yo veo como hermano a quien amar, pueda verme como un enemigo a quién combatir. Pero no me siento aludido por esa amenaza. No soy un extranjero en Tánger. Soy parte de ese mundo. Los católicos siempre seremos hermanos que aman a sus hermanos”.

Y es que monseñor Agrelo se siente plenamente integrado en su sede marroquí. “Podemos llevar el hábito y los signos externos, aunque, a menudo, no lo llevamos como signo de respeto”.

¿Es compatible el Islam con la democracia? “No sabría responder. Históricamente no han tenido democracia. ¿Se puede separar lo religioso de lo civil? Me parece que no. Y eso que Marruecos es el país del norte de África que más libertad concede en el ámbito religioso”.

Además, según monseñor Agrelo, “la relación de los marroquíes con los españoles no se vive como un problema, porque no nos ven como colonizadores”.
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