La alegría de la Resurrección
En el cuento El estudiante, de Antón Chéjov, la acción transcurre durante un Viernes Santo. Iván, un seminarista, volvía a casa en medio de un tiempo desapacible, con mucho frío. Pasó junto a una mansión en la que vivían dos viudas, madre e hija, y entró para calentarse. Les recordó que en una noche como esa, el apóstol Pedro se estaba calentando junto al fuego cuando negó al Señor. Las dos viudas se emocionaron hasta el borde del llanto. Después el estudiante prosiguió su camino pensando que si estas dos mujeres se habían conmovido tanto por un hecho acaecido hacía diecinueve siglos, es que guardaba alguna relación con el presente.
Acercándose ya a casa, Iván continuó pensando en lo acaecido después de la negación de Pedro, y se sintió invadido por «una dulce e inefable esperanza de felicidad». La vida se le pareció maravillosa, llena de sentido. Como otros grandes escritores rusos, Chéjov, hizo experimentar a su personaje la alegría del misterio de la Resurrección de Jesucristo. Con el Viernes Santo no acaba todo. La Pascua judía, llevada a su plenitud, es anticipo a la vez de nuestra resurrección.
En un mensaje de Pascua, el Papa Francisco nos alentó con estas palabras: «Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos que no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él.»
Y añadió: «Acepta entonces que Jesús resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere.»
En esta fiesta tan grande de la Resurrección, hemos de dar gracias a Dios por la vida, pidiendo que en ella florezca la primavera del espíritu, con belleza aún mayor que la que viste nuestros campos en esta estación. Nuestra felicidad, para ser verdadera, debe ser expansiva y llevarla a otros que estén a nuestro lado. ¡Nuestro Dios es tan cercano! Es nuestro mejor amigo.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo de Tarragona metropolitano y primado
Acercándose ya a casa, Iván continuó pensando en lo acaecido después de la negación de Pedro, y se sintió invadido por «una dulce e inefable esperanza de felicidad». La vida se le pareció maravillosa, llena de sentido. Como otros grandes escritores rusos, Chéjov, hizo experimentar a su personaje la alegría del misterio de la Resurrección de Jesucristo. Con el Viernes Santo no acaba todo. La Pascua judía, llevada a su plenitud, es anticipo a la vez de nuestra resurrección.
En un mensaje de Pascua, el Papa Francisco nos alentó con estas palabras: «Hermanos y hermanas, no nos cerremos a la novedad que Dios quiere traer a nuestras vidas. ¿Estamos acaso con frecuencia cansados, decepcionados, tristes; sentimos el peso de nuestros pecados, pensamos que no lo podemos conseguir? No nos encerremos en nosotros mismos, no perdamos la confianza, nunca nos resignemos: no hay situaciones que Dios no pueda cambiar, no hay pecado que no pueda perdonar si nos abrimos a él.»
Y añadió: «Acepta entonces que Jesús resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: ¡Él es la vida! Si hasta ahora has estado lejos de él, da un pequeño paso: te acogerá con los brazos abiertos. Si eres indiferente, acepta arriesgar: no quedarás decepcionado. Si te parece difícil seguirlo, no tengas miedo, confía en él, ten la seguridad de que él está cerca de ti, está contigo, y te dará la paz que buscas y la fuerza para vivir como él quiere.»
En esta fiesta tan grande de la Resurrección, hemos de dar gracias a Dios por la vida, pidiendo que en ella florezca la primavera del espíritu, con belleza aún mayor que la que viste nuestros campos en esta estación. Nuestra felicidad, para ser verdadera, debe ser expansiva y llevarla a otros que estén a nuestro lado. ¡Nuestro Dios es tan cercano! Es nuestro mejor amigo.
† Jaume Pujol Balcells
Arzobispo de Tarragona metropolitano y primado