¡Enhorabuena a los obispos catalanes!

Lean la pastoral conjunta de los obispos catalanes, titulada "Al servicio de nuestro pueblo", porque no tiene desperdicio. Con la dinámica del ver-juzgar-actuar. Con toda la doctrina, pero sin condenas ni anatemas. Sin trincheras. sin enfrentarse, sin sentir nostalgia del pasado, sin reivindicar privilegios. Con la fuerza de la propuesta cristiana en positivo. Con el "Evangelio de la esperanza" y, por supuesto y siguiendo al Concilio, reivindicado su identidad como pueblo y sus raíces cristianas que lo han conformado. Un canto a la nueva evangelización y al diálogo, sereno y abierto, con el mundo moderno y con la cultura actual desde una "sana laicidad".

Es evidente la diferencia de este documento episcopal catalán con otros, de índole similar, salidos del telar de la Conferencia episcopal española. Y es que los obispos catalanes son diferentes. Por esquematizar, son obispos europeos, acostumbrados a mezclar en dosis adecuadas el anuncio y la denuncia. Sin cargar las tintas sólo en la segunda.

Unos obispos, los catalanes, que demuestran con su pastoral conjunta, a los 25 años de la famosa "Raíces cristianas de cataluña", que se puede proponer la fe desde una Iglesia abierta y que suscita esperanza. Manteniendo íntegra ña doctrina. Porque, en su carta, no escamotean para nada el "Evangelio de la vida" ni la defensa de la escuela o de la familia.

Pero, junto a eso, son capaces de defender a su pueblo y entusiasmarlo con reavivar sus raíces cristianas: "Enculturar el Evangelio y evangelizar la cultura". Con el ejemplo estelar de Gaudí, "artista genial y cristiano ejemplar", y de su Sagrada Familia, que dejó boquiabierto al Papa.

Con denuncias claras y precisas del "desencanto político", de la corrupción, del peligro del relativismo o de la disolución de la propia identidad en aras de la globalización. O la marginación de los inmigrantes o la crisis que se ceba con los más débiles o el "equilibrio ecológico amenazado". Pero din dualismos simplistas: el mundo es malo y la Iglesia, buena.

Pero junto a las denuncias, el anuncio de una Iglesia samaritana, orgullosa de sus parroquias y de sus Cáritas, que llama a vivir y a practicar el Evangelio de la esperanza. Porque lo que quiere la sociedad actual son testigos más que maestros. Para lograr una "nueva primavera del espíritu".

Un documento que, incluso se permite una seria autocrítica por los errores "que hayamos podido cometer en un tiempo más o menos pasado". Y, tras el examen de conciencia, el mea culpa: "Humildemente pedimos perdón".

Es fácil predecir que los talibanes pondrán el grito en el cielo. Éstos son precisamente los obispos que no les gustan y a los que llevan años machacando. Es fácil predecir que el documento tampoco caerá bien en Añastro, donde prima otra línea.

Pero, como dice Benedicto XVI, "El Evangelio se propone, no se impone". Por lo tanto, con el Papa, enhorabuena a los obispos catalanes. Y que cunda el ejemplo y llegue a Añastro.

José Manuel Vidal
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