JPII, el gran comunicador

Evidentemente, Juan Pablo II era un maestro de la escena y en el arte de hacer "pasar" los mensajes a través de los medios. Con palabras y con gestos. Como dice Navarro-Valls, lo tenía todo para comunicar: "una bella voz de barítono y educada musicalmente y el gesto que acompañaba siempre a la idea". Y sin embarto, "pedía sugerencias y estaba muy atento a lo que se le recomendaba".
¡Qué diferencia con el panorama patrio! Es verdad que no todos pueden tener las cualidades del Papa Wojtyla para comunicar. Está claro que Rouco y Camino (los encargados oficiales de representar a la Conferecia episcopal) no las tienen. Pero tampoco las tiene el Papa Ratzinger y, sin embargo, también comunica mucho y bien.
La clave no está, entonces, en las muchas o pocas cualidades que tengan los designados para ejercer de portavoces eclesiales, sino en la forma en que lo hagan y la actitud que muestren ante los medios.
Se trata de aprender a no utilizar a los medios, a facilitarles su labor, a acercarse a ellos con simpatía, a preguntar y hacer caso a los expertos, a hablar con sencillez, humildad y verdad. Sin querer quedar siempre por encima como el aceite. Sin confundir información con propaganda y, por supuesto, sin estigmatizar al emisor.
Aumentan los obispos que aprenden la lección de que "la batalla de los medios la tienen perdida de antemano, si su estraegia consiste en que hablen lo menos posible de ellos y, cuando lo hagan, que salgan siempre bien". Aunque otros muchos se mantienen en esta dinámica. Una dinámica que, hace años, se podía sostener. Pero que hoy, con Internet, es esconder la cabeza bajo el ala.
¡Queda mucho que aprender, también en esto, del próximo beato Juan Pablo II!
José Manuel Vidal