Es lo que muchos en España habrán podido pensar al leer o escuchar el mensaje que Benedicto XVI pronunció el pasado 7 de enero ante embajadores y jefes de misión de los 176 países que mantienen relaciones diplomáticas plenas con el Vaticano. Se trata del discurso que, tradicionalmente, ofrece el Pontífice a comienzos del año ante el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, y del que da cuenta la revista Vida Nueva en su número 2.596. Pero no se trata de tal respuesta según Antonio Pelayo, corresponsal del semanario en Roma.


“Muchos habrán tenido la inexacta impresión de que el Santo Padre había escrito un texto-respuesta a la polémica suscitada por la manifestación a favor de la familia en Madrid el pasado 30 de diciembre. Nada de eso. El tema de la familia lo trató en el punto 11 de su discurso tras recordar el 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre”. El veterano periodista reproduce dicho punto íntegramente para que sea el lector el que saque sus propias conclusiones.

“La Santa Sede no dejará de reafirmar estos principios y estos derechos fundados sobre lo que es esencial y permanente en la persona humana. (…) Partiendo precisamente de esas consideraciones no puedo dejar de deplorar, una vez más, los continuos ataques perpetrados en todos los continentes contra la vida humana. (…) Deploro, una vez más, los ataques preocupantes contra la integridad de la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer”, señala Benedicto XVI en su discurso.