1.- Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Haz, Jesús, que supere el miedo al sufrimiento. Ayúdame a que aprecie el dolor cuando me lo mandas, como el otro día.
2.- Te doy gracias, porque, aunque buscaba remedio, no desfallecía mi ánimo. Ayúdame a unirme contigo en la cruz cuando veas que estoy sufriendo. Lloro contigo a verte flagelado y coronado de espinas, llora mi alma al ver el dolor de los que sufren, admiro aprecio por encima de todo a quienes trabajan por quitar el dolor de los que sufren, por quienes no se contentan con llorar, sino que acompañan y ayudan a suprimir su dolor.
3.- Te pido que les des fortaleza. Lloro al verte, Jesús, sudando sangre en el Huerto de los Olivos. Deseo acompañarte con mi oración reparadora por todos los pecados del mundo. Lloro por mis pecados; perdona mis pecados, mira que soy tu amigo.
4.- Ábreme ya la puerta, quiero morar contigo. Lloro por la situación de la Iglesia; ten compasión de la y dadnos, Señor, sacerdotes santos, obispos santos, almas consagradas santas, cristianos comprometidos santos.
5.- Que mis lágrimas, Señor, se conviertan en acción. Yo no entiendo otro trabajo ya durante mi vida que animar, ayudar a todos en la fe, en la santidad, en el amor a Dios, que es la fuente de todo apostolado. No entiendo otro.
6.- Dame fuerza para perseverar en éste y, si me haces entrever otro, dame también tu fuerza.
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