CAMPAÑA POR LA SANTIDAD SACERDOTAL

Para los Obispos.

CAMPAÑA POR LA SANTIDAD SACERDOTAL

sac sant

Dadnos, Señor, Sacerdotes santos...

Querido señor obispo de habla hispana: !El Señor esté con nosotros! Desde hace ya diez años no hemos parado muchas personas de hacer oración, y mover a otros en esta campaña, en favor de la santidad de los sacerdotes. Varios cientos de conventos de clausura de toda España están en la brecha con esta gran intención, prioritaria entre todas las intenciones, urgente. Hemos intentado llegar a todos los conventos. Contamos con la buena voluntad de un grupo de amigos. Dios sabe a cuántos hemos llegado, pero hemos deseado acercarnos a todos, en carta personal, y pronto les llegará una común.

Tenemos bastantes contestaciones con entusiasmo a esta meta maravillosa, pastoral de pastorales, "pedir por los Capitanes", como decía Santa Teresa de Jesús. Por ello vibran de una manera especial en esta campaña las Carmelitas Descalzas.

Por cierto, algunos sacerdotes están con gran entusiasmo desde el primer momento.Ojalá que alguno de estos sacerdotes dirija los ejercicios espirituales a la los obispos de España.

Sabemos que esta campña ha de ir en aumento. Los sacerdotes están ansiosos de vida interior. Están de vuelta muchísimos del tiempo perdido anteriormente en este terreno.

Tal vez el problema mayor de cuantos tenemos fe y hemos decidido seguir al Señor sea la tibieza. Una tibieza sutil. No abandonan muchos la Misa ni las prácticas de piedad, pero las hacen sin vida alguna. Eucaristía medio distraídos; oficio divino corriendo; meditación sin preparación; comunión con acción de gracias relámpago. Piensan que su predicación (preparada someramente) les sirve de lectura espiritual y las consideraciones que dirigen a otros constituyen su propia meditación.

La oración apenas es personal: breves jaculatorias. Se sienten incapaces de estar sentados media hora junto al Señor: para amarle, hablarle de amistad, mirarle, enamorarse de El... y barrer suavemente distracciones. La oración se les hace dura desde antaño, desde que desaparecieron los primeros fervores: por eso la aborrecen en el fondo y prefieren unirse a Dios por medio de la acción. Este retrato es bastante frecuente dentro de nuestro clero "fiel".

Es necesaria una campaña movida por sacerdotes de verdad fervorosos a favor de la oración personal abundante, de la lectura espiritual reposada.

Nunca olvidaré la frase del P. Cándido Arbeloa, director espiritual de los años cuarenta en el Seminario de Pamplona: "Opino que la lectura espiritual ha llevado a la perfección a más almas que la misma oración."

 José María Lorenzo Amelibia

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