Conversión y Eucaristía

La cuaresma me recuerda siempre la conversión, la primera conversión, la conversión continua, porquque nunca acabo de entregarme del todo. ¡"Acaba de de entregarte ya de vero"! ¿Te sucede algo parecido?


Amigo, tal vez lamentas la tibieza en que has caído a lo largo de los años de tu madurez. Conservas la fe, aunque algo mortecina, mantienes la esperanza, porque es vital para ti; la caridad ha menguado mucho porque apenas formulas estos actos de amor ardiente de los años de tu conversión. La rutina es carcoma perniciosa de la verdadera piedad; a través de ella, poco a poco, se va cayendo en la tibieza. ¡Aléjala de tu vida!

Tal vez el comienzo de tu conversión se logró junto a la puerta del Sagrario. Casi todos recordamos con añoranza diálogos íntimos de los días de nuestra entrega. Junto a la misma fragua eucarística retornará el ardor de una nueva conversión. Basta con hincarnos de rodillas y ponernos a tiro del Arquero Divino.

¡Comenzar con una buena confesión! Y si esto no te sale del alma, invoca antes el auxilio de María; pídele al Padre por medio de ella y de su Hijo. Renacerá, sí, ese fervor de la madurez que nadie ya podrá arrebatar.

Pero es necesario calentarse todos los días junto al Sacramento del Amor. Y unirte a El a cada hora con una jaculatoria, un acto sencillo de amor, un santo deseo: "¡Sagrario bendito donde se esconde la plenitud de nuestro amor; a ti volarán los encendidos afectos de nuestro corazón!"

José María Lorenzo Amelibia

Te recomiendo mi página web http://personales.jet.es/mistica

Más de mil artículos del autor sobre enfermos y debilidad en http://opina2000.com
Volver arriba