Jesús se nos confía como se confió a María

Me gusta pensar que Jesús se confía al sacerdote como se confió a María. No sólo por guardar la llave del sagrario, por llevarlo a los enfermos o tenerlo en las manos en Misa, sino porque ha dispuesto que la salvación, santificación, fervor de la gente dependa en gran parte de nuestra actuación. ¡Qué responsabilidad! Dulce, pero dura. El cura de Ars ¡qué bien la sabía distinguir! Somos - o hemos sido causas instrumentales para la salvación y santificación de muchos.


Pero esta es la gran verdad: la fecundidad santificadora de nuestra palabra se debe principalísimamente a nuestra unión íntima con Cristo. Esto sí que merece ser tenido en cuenta. Creer firmemente en el poder de la gracia para remediar las necesidades espirituales de nuestros hermanos.

Me siento muy por debajo del ideal. Pero sé que esta impresión no debe desanimarme a la hora de actuar, sino estimularme a un esfuerzo constante por mi santificación. Incluso puede ser que los sentimientos de humildad conmuevan al Corazón de Dios. ¡Encontrarnos todas las mañanas -a primerísima hora- con Jesucristo en la oración. Nos revestiremos de El; y El actuará por medio de nosotros. Válido para todos nosotros que le seguimos a Jesús y no renunciamos a él: sacerdote secularizados, religiosos y religiosas que dejarno en convento.
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