Alberto Mas. Ha sido un sacerdote no sólo digno y ejemplar, sino un verdadero paradigma de la sensibilidad espiritual en el aspecto religioso y en el humano.
Es una de esas personas a las que he tratado, pero con quien me hubiera gustado ser amigo íntimo. Lo conocí al final de la década de los 40 del siglo XX; fue prefecto de disciplina del Seminario Menor de Pamplona, en nuestro cuarto curso de humanidades.
En mi autobiografía lo cito unas cuantas veces. Así pensaba yo de él; y creo que la mayoría de los compañeros o más bien la totalidad lo consideramos como uno de los mejores educadores que hemos tenido en el Seminario de Pamplona.
Así me expreso acerca de él después de las vacaciones del año 49, en que el Señor me convirtió a una vida más ferviente:
FUE NUESTRO PREFECTO DE DISCIPLINA MÁS QUERIDO
Habían nombrado prefecto del seminario menor de Pamplona, en el año 1949, un joven diácono: Don Alberto Mas. Con él charlaba yo frecuentemente en su despacho.
Me proporcionaba libros de formación para adolescentes, sobre todo de Tihamer Toth: "El joven de carácter", "El joven de porvenir", "El joven y Cristo". Disfrutaba leyendo en filas aquellos volúmenes, y los asimilaba, procurando vivir según sus directrices.
¡Don Alberto!: Hombre de exquisita sensibilidad; inspirado poeta viviendo la fe. Cuando faltaba un profesor a clase, lo suplía él y nos leía trozos de Tagore; así aprendíamos a ahondar en la delicadeza de sentimientos. Me ayudó mucho en el proceso de mi conversión. ¡Cuánto me he acordado de él siempre! Sin embargo la vida te va alejando de los amigos... queda en el alma un grato recuerdo, que muy a menudo aflora a la conciencia. No me resigno a perder toda comunicación con estas pocas personas que tan positivamente han influido en mi espíritu. En algunas ocasiones les escribo.
Nos animaba a todos y me animaba a míDon Alberto me animó indirectamente. El me comentaba detalles de su diario. Me propuse escribirlo hasta finalizar la carrera. Lo conseguí. Después, ya no me parecía útil, y lo dejé. Sabía confiar, daba confianza y se confiaba.
En aquellos años era yo el apuntador para que los chavales se cortasen el pelo y cogí de buenas a primeras la máquina para aprender el oficio. La primera cabeza que se puso bajo mis torpes manos fue precisamente la de Don Alberto. Ante el ejemplo humilde del superior, los amigos me alentaron en el aprendizaje, prestándome sus lucidas cabelleras. Festivamente repetíamos: "Burro trasquilao, a los tres días igualao."
Aquel año de la Sierra UrbasaOrganizaron los superiores para el mes de agosto una acampada en la Sierra de Urbasa. Junto a la fuente de Basaiziturri armamos las escasas tiendas de campaña; el tronco de un frondoso árbol sirvió de retablo del altar; sobre él estaría Dios en figura de pan todas las mañanas. Agua fresca y limpia la de aquel manantial. Su murmullo suave servía de acompañamiento a la plegaria matutina que elevábamos al Señor. Don Alberto, el prefecto amigo, el nuevo sacerdote, celebraba en medio de la naturaleza sus primeras misas con un fervor que a todos nos contagiaba. Tuve la suerte de ayudarle en varias ocasiones. Me parecía un santo. Aquello parecía el Cielo.
DON ALBERTO NOS VISITABA EN EL SEMINARIO
El primero en desfilar, un 23 de noviembre, mi amigo Alberto Mas: el que me acompañó en mis primeros fervores.
Recordaba Don Alberto la frase que un día de Pascua le hizo abrir sus ojos de hombre creyente: "Surrexit; non est hic". No vengáis a buscarme ya entre los muertos; he resucitado con Jesús. Su esbelta figura, su mirada hacia adelante, su amable sonrisa serena, eran espejo de un alma que vivía para Dios. Disfruté mucho con su llegada, después de unos meses de pastoreo espiritual.
- Durante los primeros días de mi estancia en Funes, nos decía, apenas salía de la iglesia. ¡Ocho o más horas a los pies del sagrario! Nos hizo sacerdotes para que estuviéramos con El, y para enviarnos a predicar. Es necesario comenzar saboreando el amor de Jesús que nos ha elegido. Voy rápido a la iglesia. Tengo prisa por llegar, porque allí está El.
A Don Alberto hacía veinticinco años que no lo veía. Él desarrolla su actividad sacerdotal en Cádiz. Hace dos años le envié una larga carta. Y es que pocos días antes tomé en mis manos un libro por él regalado en mi cuarto curso de Humanidades: "El joven y Cristo". Me dio un vuelco el corazón. Me explayé con unas líneas llenas de reconocimiento por su antigua labor educadora. Su carta llegó impregnada de él mismo, de su exquisita finura; conmovido de que después de un cuarto de siglo alguien le recordara.
Este verano le he visitado en Pamplona: algunas canas, un poco más grueso... pero el mismo espíritu. Charlamos largo y tendido. La semilla que en mí sembró ha fructificado en parecida dirección. Y es que la paternidad trasciende a lo meramente fisiológico. El que da lo mejor de sí mismo a los demás, contagia la propia sensibilidad, bondad, fe, entusiasmo, alegría. Felices los que saben pasar por el mundo así. Tenga o no tengan hijos, dejan tras ellos generaciones enteras de descendientes, que les admiran como verdaderos padres de la humanidad.
Mi amigo Paco Macaya me dice algo de élMe dices que te escriba de Alberto Mas. Yo no soy como tú, un biógrafo. De Alberto me queda un grato recuerdo, como te dije: un hombre cercano, disponible a escuchar y a ayudarte. Se le veía con un gran ideal sacerdotal, estaba verdaderamente ilusionado. Contagiaba su sonrisa y alegría espiritual. Era una persona que te disponía, sin pretenderlo ficticiamente, a confiar en él. A mí me ayudó, en especial, por su "disponibilidad"; siempre dispuesto a ayudarte. Nunca le noté discriminaciones con nadie. En fin, una persona humana, cristiana y sacerdotal. JUAN DE DIOS REGORDÁN LO ADMIRABA MUCHO Juan de Dios siempre recuerda los Ejercicios Espirituales que el año 64 recibió de él me mandó un largo extracto de los mismo que he aprovechado para mi meditación. He aquí alguna muestra.
Reflexiones personales sobre los Ejercicios Espirituales dados por el P. Alberto Más. Noviembre de 1.964.
En un ambiente extraordinario he entrado en Ejercicios Espirituales. Estoy en unos momentos de paz muy grande y no tengo miedo al futuro. Me han puesto de nuevo de Prefecto, pero este curso con los latinos mayores. Sigo de Delegado de Misiones dentro del Seminario y me ha dado mucha alegría saber que quién nos da los Ejercicios es el P. José Alberto Más. Puede ser un buen momento para que el equipo de misiones aumente. Él llega y habla lo que vive y vive lo que habla.
El P. Alberto Más ha entrado sonriente en la capilla y me ha dado una palmada en la espalda. Me ha dicho:" después hablamos". Se ha dirigido hacia el altar. De rodillas ha permanecido unos momentos y después se ha puesto a hablar con el Señor en alta voz; ha sido una conversación de tú a tú. Como Director de estos Ejercicios ha puesto todo lo posible para que se entable un diálogo fluido entre los seminaristas teólogos, nosotros, y el Señor. Ha dicho claramente que él pretende ponerse en las manos de Dios y a disposición nuestra. Con mucha serenidad ha mirado al Sagrario, se ha puesto de pie y se ha dirigido hacia la mesa colocada en un extremo del Presbiterio.
1ª Meditación. Con una pequeña libreta sobre la mesa se ha empezado la primera meditación:
• El hombre es creado para alabar a Dios. ¿ Qué soy yo y para qué soy? Tener una vida sin saber para qué sirve... ( nos ha mirado a todos con ojos vivos y voz dulce y convincente)... Fluían sus palabras con unción, con convicción profunda. Hablaba desde su experiencia de fe…
Después de la meditación me buscó y hemos estado hablando unos veinte minutos sobre el equipo que queremos irnos de misiones. Él lo ve claro y además cree conveniente que lo vayamos madurando durante el curso. Al ver la hora nos fuimos para la capilla a la siguiente meditación.
¿ Salvar el alma...? fue la primera pregunta que nos lanzó el P. Alberto Más después de haber estado unos momentos ante el Sagrario. No con sentido personalista, egoísta. Nuestro destino, nuestro fin es la felicidad. Y ésta no se debe pretender conseguir a costa de los demás. Pero, ¿qué es la felicidad...? Nos invita a que reflexionemos unos momentos.
¡Ay ¡ ¡Qué difícil es que entre un rico en el reino de los cielos! El P. Alberto Más se queda un momento callado, mira hacia la imagen de la Inmaculada y dice: ¡ Quien ama a la Santísima Virgen María se salva...!. Nos mira a todos y con el rostro apacible continúa: " Quien salva (Santiago) a otras almas salva la suya". Celo por la salvación de las almas. Trabajaré y me gastaré en la salvación de las almas.
La Santísima Virgen María y la Eucaristía.
Al enunciar el título de la Meditación, parece que se le ilumina el rostro al P. Alberto Más, como diciendo "estoy en mi terreno, la Virgen es lo mío..."
El P. Alberto Más nos invita al silencio interior, a saber esperar, a que no tengamos prisa al llegar. "Caminar es poner un paso detrás de otro..." Para el P. Alberto Más la Eucaristía es el Centro de la vida, aunque vibra igualmente cuando se dirige a la Virgen María. Une la Eucaristía y la Virgen en el Misterio del Amor. Al P. Alberto Más no le hace falta hablar de la caridad. Él vive la caridad y contagia. Pero al hablar vibra y hace que profundice fácilmente en mi interior. Hasta aquí unos recuerdos de Juan de Dios Regordán.
Me hubiera gustado profundizar más en su vida
Sí; me hubiera gustado escribir una semblanza completa de él, una pequeña biografía, pero me supondría muchísimo trabajo y no me siento con fuerza. Don José Alberto Mas era un cura fuera de serie. Los últimos años de su vida fue en Pamplona el delegado de misiones. Allí estuvo con empeño ayudando a uno de sus grandes amores: las misiones. No nos veíamos mucho. Siempre, sí, nos escribíamos por Navidad. Él tenía entonces, creo, algo más de 65 años. Yo le había escrito para felicitarle. El mismo día en que murió, víctima de accidente, en la recién estrenada circunvalación de Pamplona, recibí su contestación póstuma. Fue una enorme y triste sorpresa: primero leí su esquela; minutos más tarde abrí el buzón y allí estaba su carta. El Señor le dé la felicidad eterna a aquel hombre bueno y recordado con amor por cuantos se relacionó.
José María Lorenzo. Mi correo electrónico: mistica@jet.es
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