Limitar los placeres

Hoy me ha dado a entender Dios en la oración cómo de forma inconsciente siempre voy (creo que pasará a todos lo mismo) buscando siempre el placer. No precisamente el placer de los sentidos. Me molesta que me saquen de mi actividad, de mi puesto, de mi decisión.


En la oración y en el apostolado deseo realizarme. Siempre el placer de una u otra forma. Por otra parte no se trata de reprimir las tendencias que no son malas, pero comprendo la misión providencial del dolor en la vida del hombre. Nos disgusta, pero es necesario. Hemos de ofrecérselo a Dios sin ningún placer. Es lo más grande. La renuncia al egoísmo. El dolor bien llevado a la fuerza nos purifica y conduce hacia Dios.

Jesucristo fue pobre. Lo digo mil veces, pero me cuesta mucho renunciar a caprichos. Mirando a Jesús comprendo a la primera que es conveniente la pobreza. El se hizo pobre para enriquecernos, para darnos ejemplo de que nos entreguemos al apostolado no por el dinero sino por amor a El.
Merece la pena orar, contemplar a Jesús pobre, humilde, fuerte, generoso, entregado y luego ir a los demás y testimoniar lo contemplado. ¡Cómo cambia entonces nuestra actuación! Por algo muchos dicen: la vida mixta: contemplación acción es aún más perfecta que la sola contemplativa, porque es mejor arder e iluminar que sólo arder.


José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica
Volver arriba