El PADRE NIETO, SACERDOTE SANTO Y HUMILDE

(El resto de la biografía de este hombre santo se encuentra en la sección "Mis libros" de esta revista digital)

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MANUEL GARCIA NIETO

DATOS BIOGRAFICOS

El padre Manuel García Nieto nació en Macotera (Salamanca - España) el año 1894. A los 14 años ingresó en el Seminario de Salamanca. Ordenado sacerdote en 1920, ejercitó durante seis años el ministerio parroquial en Cantalapiedra y en Santa María de Sando, imitando en su oración, penitencia y celo al Cura de Ars. Desde su entrada en el Noviciado de los Jesuitas en 1926, su alma se imbuyó en un amor ardiente a la persona de Cristo. Fue destinado a ser Padre Espiritual de los seminaristas de Comillas, donde pasó su vida religiosa hasta su muerte en 1974. Su alma vivía durante el día unida a Dios con una oración que se prolongaba durante buena parte de la noche junto al Sagrario. Mereció que le llamaran el padre de los pobres, porque vivía para sus seminaristas y para sus pobres. Extremadamente duro consigo mismo, penitente al estilo de San Pedro de Alcántara, era acogedor y comprensivo con todos. Muchos definen al P. Nieto como uno de los mayores santos del siglo XX.

SACERDOTE SANTO Y HUMILDE


Me emociona leer la vida del padre Nieto. Tomar su libro en mis manos, ya se puede decir que es una gracia actual. Lo repaso al menos una vez al año. Hoy me han impresionado estos tres rasgos de su vida:

Siempre tenía una obsesión serena: la propia santidad y la santidad de los sacerdotes. Cuando se ordenó decía más o menos: quiero tener la capacidad meditar cien años seguidos sin interrupción, sin distracción sobre esta realidad: "soy sacerdote". Y vivió siempre enfrascado en este pensamiento.

Jesús desde el pesebre traía un programa de perfección muy original: pobreza, abandono, desprecios, mortificación, sacrificios. Me admira en este sentido la vida del Padre Nieto. El llegaba a pedirle al Señor como un privilegio: padecer y ser despreciado por Cristo. Y lo vivió en la práctica. Supo aceptar correcciones e incluso intemperancias. Llegó a decirle a un seminarista: "Cuando recuerdes mis defectos, anótalos para que no se te olviden". Encomendaba de una manera especial en la misa a todos los que le molestaban, despreciaban o injuriaban o a los que se le hacían antipáticos.

El practicaba de tal manera la indiferencia ignaciana que llegaba a decir: " Si yo supiera que para ser santo era necesario dejar de ser Jesuita, o que el serlo dificultaba la consecución de esa meta, ahora mismo me salía de la compañía." Y cuánto amaba él ser religioso...

Nota: Las fuentes de información sobre el P. Nieto las tomo principalmente del libro "El P. Nieto" de Benigno Hermández y del testimonio de antiguos alumnos de Comillas.
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