A veces se siente uno privado de toda devoción, privado del fervor normal. Parece estar uno abandonado en el desierto. Tal vez te haya ocurrido esto. A mí me sucede con cierta frecuencia, aunque ahora no es de modo seguido. Entonces parece que todos los caminos han desaparecido. Parece un callejón sin salida. Y sin embargo, Dios sigue siendo siempre el mismo.
Lo cierto es que con frecuencia nosotros somos la causa de esta esterilidad y sequedad. Yo creo que a veces Dios quita al alma todo consuelo por estar apegado demasiada a algún placer del cuerpo o a un orgullo o amor propio.
En otras ocasiones abandonamos la oración, porque nos cansa. ¿Cómo encima el Señor nos va aumentar su luz y consuelo? Jesús ha llamado muchas veces a la puerta de mi corazón y no le he abierto. Por eso después llega la sequía del alma.
"No se puede servir a dos Señores". decía El. En un principiante se permiten más excusas, pero los que llevamos años y años dentro de los caminos de la vida espiritual... Por eso hay que romper el círculo vicioso con el sacrificio, para demostrar a Dios que El es la ÚNICA PARTE DE NUESTRA HERENCIA y nuestro Dueño absoluto.
Yo por ahora, más que largas temporadas de sequedad, la sufro días u horas. Tampoco disfruto de consuelos en la oración. Eso sí, una gran paz durante el día y cierta facilidad para encontrar en contacto con Dios. Pero conviene estar preparado para las noches oscuras. ¿Cómo vamos a dar pruebas de verdadero amor, si lo que en realidad buscamos es la paz de Dios o sus consuelos sensibles?
En la sequedad se experimenta la verdadera humildad. Entonces nos damos cuenta de que si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles. El es quien nos guía, quien toma la iniciativa en todo. Luego, nos daremos cuenta de que una subida de Dios lleva consigo la bajada del hombre. Después apreciaremos con limpieza de corazón qué bueno y suave es el Señor. ¡Enséñanos en la aridez a apreciarte a Ti sólo, a sentir nuestra propia miseria!
Cuando la sequedad es profunda, cuando dura días, nos suele venir deseo de echarlo todo a rodar. Y no me ha abandonado Jesús en esos momentos. Tan sólo se ha ocultado. Vamos a pensar así. Entonces desea que le busquemos con mayor fervor e insistencia, aunque no tengamos ganas. Entonces hemos de servirle con mayor pureza e interés. Verás cómo vuelve. Es que Jesús desea que creamos en su amor. Cuando le agrada dormir, como en la barca, hay que dejarlo descansar.
Llegará de nuevo ese amor de Jesús a inflamarnos como hoguera divina; aunque sólo percibamos de vez en cuando unas chispas. Eso nos basta para adivinar su ardor. Cuanto más consagrados estemos al Señor, pero de verdad, más se derramará en nosotros con paz y ternura inmensas. Por eso pienso: el religioso o sacerdote que en su celibato entrega generoso su corazón, el afán de riquezas y de poder, a la fuerza ha de vivir la persona más feliz del mundo. Pero es preciso entregarse. Más feliz por el contrario es un casado entregado, que un célibe a medias.
José María Lorenzo
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Ver página web: http://web.jet.es/mistica