Todavía recordamos nuestros tiempos jóvenes en los que era frecuente ver personas rezando el Rosario durante la Misa. Buena es la devoción a la Virgen María, - y en mayo la vivimos a tope - pero hemos de practicar esta oración a su debido tiempo; no mientras la celebración de la Eucaristía.
Imagino el Santo Sacrificio como un puente que une la tierra con el Cielo, el hombre con la divinidad. ¡Qué maravilla! ¿Te das cuenta? Mientras la Misa, estamos atravesando este maravilloso viaducto para encontrarnos cara a cara con Dios en el momento de la consagración y en la comunión. ¡Bendita liturgia, puente que nos enlaza con el Señor verdadero!
He visto muchas personas en la iglesia, ayer muchas más que hoy, pero me temo que ni hoy ni ayer hemos profundizado lo suficiente en el misterio santo celebrado en el altar. Es una realidad de fe y de amor. Hoy día se está perdiendo aún más el sentido del misterio. Tal vez nos miramos demasiado a nosotros mismos; contemplamos nuestros pies, mientras "pasamos el puente", pero no elevamos la mirada al Dios de amor, Blanco Pan, para adorarle, darle gracias, rendirnos a su Divina Majestad. ¡Vamos a intentar cambiar de actitud!
Yo me propondría una estrategia: servirme del Rosario a la Virgen para que me lleve más y más hacia Dios. Utilizar antes de la Misa dominical el puentecillo de esta devoción mariana; rezar un misterio en casa antes de ir al templo; hacerlo muy despacio y con atención consciente, y pedir después de cada una de las diez avemarías: "Virgen María, ayúdame a entrar en la sublime oración de la Misa; ayúdame a adorar y amar más al Señor. Mira que mi apostolado ha de nutrirse en sólida piedad".
Anota esta intención; es muy práctica.
. ¿Nos animamos?
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: jmla@jet.es
Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari Lorenzo Amelibia
Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2