¿Qué dice el Espíritu a esta oración de un sacerdote casado: "aquí estamos, Señor, envíanos"
El comportamiento con los curas casados, ejemplo claro de desamor despótico
Animo a leer el libro: "Curas casados. Historias de fe y ternura" (Ramón Alario y Tere Cortés, coordinadores. Moceop. Albacete 2010).
Encontraréis, como dice el subtítulo, unas magníficas "historias de fe y ternura", y un comportamiento de la Iglesia "oficial" egoísta, no evangélico. Una muestra breve del año 2006:
"Sí, transmitir el evangelio, ayudar a vivirlo en mí y en quienes me rodeaban me encantaba pero vivir célibe me dejaba vacío, cada día un poco más ... Esto no se pasaba, ya no eran crisis, era una constante. Mi corazón me estaba hablando otra cosa desde hacía mucho tiempo y no estaba haciendo caso. Dios mismo me hacía darme cuenta de que no podía seguir engañándome y engañándole a él y a todos; por muchos grupos, catequesis y homilías que pronunciase; aunque la gente me quisiese y alabase mis palabras o mis acciones; aunque Dios me diese muestras de su amor y fuese a veces instrumento suyo y testigo de su bondad con las personas (... )
Ante esta confesión de fe en la llamada divina, la respuesta oficial de la Iglesia en el año 2006 era esta: "Esos meses últimos en la parroquia, en los que tuve que vivir esta doble vida, porque me obligaban a llevarlo en silencio ("para no causar escándalo"), fueron una pesadilla.
Mi conciencia se rebelaba contra mí, de modo especial, cuando celebraba la Eucaristía. De hecho me negué a hacerla. Las personas que asistían a ella ¿acaso no tenían derecho a saberlo? ¿Acaso no les estaba engañando? Si esto me hacia feliz, ¿por qué debía ocultarlo como si fuese un crimen? Tenía la impresión de que Dios mismo se avergonzaba de mi proceder hipócrita. y de hecho, días antes de volver a casa, me sinceré con los jóvenes de la parroquia. Y su repuesta fue, como rezaba un mural que me hicieron con sus dedicatorias: "siempre hemos estado ahí. .. y seguiremos estando" (o. c. pág. 72)...
"Si quería que me la concediesen (la dispensa del celibato), tenía que mentir. Decir que no sabía lo que hacía cuando me ordenaba, que era inmaduro, amén de plasmar mis miserias más íntimas..." (pág. 75 de o. c.).
Los curas casados, ejemplo de libertad y coraje cristiano
La Iglesia "oficial" lleva siglos maltratando a estos sacerdotes. Los considera desertores, rebeldes, resentidos, incluso traidores para un sector más fanático. No se han acercado a su vida con respeto, en sintonía con Jesús y con el espíritu del Vaticano II: "el Evangelio anuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decisión..., encomienda a todos a la caridad de todos..." (GS 41).
Continuará
Rufo González
José María Lorenzo Amelibia
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