Hemos de ayudar al débil y al necesitado
Enfermos y Debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
Hemos de ayudar al débil y al necesitado
Ayudar a quien necesita
Así pensabas aquella tarde serena, cuando el sol iniciaba su lento descenso: -Acudí a la oración muchos años con una finalidad única: suplicar al Señor por mí. Eran mis negocios y dolores, mis ansias y deseos el alimento de mi relación con Dios. Cayeron más tarde de mis ojos las escamas y apareció ante ellos un paisaje de horizontes sin fin., donde el cielo se juntaba con la tierra, lo creado con lo trascendente. La gloria de Dios, el honor del Padre y el Reino de Cristo en toda su inmensidad llenaron desde entonces mi corazón. Olvidé por completo mis complejos de hombrecillo ruin, y asumí el gran problema, la única cuestión del todo importante: la causa del Señor.
Me abandoné en mi Dios y Señor y puse en sus manos mi salud precaria, y conseguí avanzar por los caminos de obrar el bien. Él sería para siempre mi vida y mi todo; mi refugio en los días de tribulación. El panorama aparecía inmenso. Tan grande como la eternidad de Dios. Pero fui bajando la mirada hacia el suelo. Pude contemplar a mis hermanos los hombres que, como yo mismo en tiempos de ceguedad, se debatían en la duda y el dolor, en la somnolencia del placer y en el engaño de los negocios, sin finalidad trascendente.
Apoyé mi hombro a la carga del prójimo, extendí las manos al débil y al caído. Mis problemas se disiparon como niebla en mañana de sol. Mi ser entero comenzó a llenarse de una nueva felicidad: aliviar los dolores y las penas de mis hermanos. El país inmenso de la gloria del Señor no desaparecía de mi vista. La unión de Dios con el hombre fue desde entonces la gran verdad; sobrevolaba mis pensamientos y deseos; penetró hasta la médula de mis huesos.
Caminaré todos los días de mi vida con esa mirada transparente de horizontes eternos. Enderezar por la mañana, y a mediodía y a la noche mi trayectoria, que tiende por inercia a desviarse. He aquí el gran reto de mi existencia terrenal. Ayudar al débil desde mi pequeñez va a ser la ilusión de mi vida.
José María Lorenzo Amelibia
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