Querido amigo: Anteayer estuve, con un amigo de toda la vida, escuchando una conferencia de espiritualidad. Ayer, al mirar el periódico a primera hora, tropecé con su esquela. He conocido bastantes personas sanas hoy, y mañana en la tumba. Pero cuando se trata de un amigo o familiar con quien has estado el día anterior es más duro.
Esto deja en el alma una impresión dolorosa; pero la reacción con fe viene luego a nuestras almas: desprendemos en el afecto de las cosas poco transcendentes; mirar con esperanza hacia Arriba. Lo malo que, pasado un tiempo, todo se va olvidando. Y hemos de recordarlo con frecuencia. La realidad es ésa: no merece la pena entusiasmarse con cosas caducas.
San Agustín decía más o menos: "Si me preguntas cuál es el camino del cielo, te diré que es la humildad. Si segunda, tercera o mil veces me preguntas responderé lo mismo: la humildad". ¡Qué importante ser humilde para no agarrarse ni siquiera al amor propio. Pues vamos a seguir este camino. No es difícil, si pensamos: "Aquí estamos de prestado". Con cariño y emoción te expongo este sentimiento mío de hoy. Quedamos unidos en fe y esperanza:
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