Ni quietismo ni voluntarismo, luchar
Espiritualidad
| José María Lorenzo Amelibia
Ni quietismo ni voluntarismo, luchar
Luchar para amar a Dios
Algunas veces habrás experimentado en la oración la suavidad, la alegría del amor de Dios. Otras veces, tal vez, la oración te habrá parecido un poco seca, pero durante el día has estado en contacto con Dios y todo te ha resultado llano, agradable. A mí también me ha sucedido bastantes veces esto.
En otras ocasiones, por el contrario, ¡qué dura resulta incluso la misma vida! Yo me suelo acordar de estas ideas cuando ando en bici. Cuando el viento sopla a favor, ¡qué delicia!: uno toma bríos y fuerzas; se han quitado veinte o treinta años de encima. En cambio, cuando toca subir una cuesta, y encima con aire en contra... A veces hasta he de bajarme de la bici.
En nuestra existencia se van sucediendo el llano, la cuesta arriba, el viento a favor y el aire en contra. Pero siempre hemos de caminar hacia Dios. Siempre hemos de esforzarnos. ¿Qué más da? La meta es la fusión con Dios Padre. Merece la pena trabajar en esta vida y enseñar a otros lo maravilloso de este esfuerzo.
Vamos a pedir al Señor tú y yo sentirnos envueltos siempre en este misterio de la caridad de Dios. Si miramos hacia atrás nos damos cuenta cómo nuestro Padre ha andado "siguiéndonos", como enamorado tras su amada. Toda nuestra vida se reduce a esto. Cada vez se ve más claro. De algo nos sirve la edad bastante madurita.
Yo estoy convencido: un alma en aspiración hacia Dios, no retrocede jamás. Mis vueltas atrás en la vida ante mis dificultades, han sido por no poner en Dios toda mi esperanza. La gente santa opta por Dios de una manera audaz. Y se lanza por los caminos más cortos. Los años hasta ahora pasados han tenido mucho de camino áspero y duro. Pero el tiempo futuro desde ahora, seguro que va a aumentar en dureza y dificultades. Y es natural. Los últimos años de la vida de Cristo fueron los más duros; los nuestros también van a ser así.
Hemos de seguir adelante. El va a estar mucho más cerca de nosotros para alentarnos. Aunque en ocasiones, cuando nos encontremos en lo más duro de la cruz, no vamos a notar su presencia. Tampoco Jesús notó en la cruz la presencia del Padre, sino el abandono. Pero la santidad, la unión íntima con Dios va a ser nuestra gran y total recompensa.
Sería maravilloso servir al Señor si no tuviéramos caídas. A mí los fallos personales no me suelen desanimar directamente. Es más solapada la tentación. De momento sigo, incluso con interés. Pero a la larga, trabaja el subconsciente y va enfriándose el fervor. Poco a poco la oración es menos exigente. Este es el peligro para mí. No sé a ti si te pasará lo mismo.
Por eso lo importante es no desanimarse ante las caídas, sino levantarse pronto del estado de postración. Es de héroes el levantarse y continuar como si comenzáramos del todo despejados. De santos el levantarse. Por eso la determinación nuestra va a ser: "no moriré sin ser santo". Y aunque me humillen los fracasos, comenzaré con mayor tesón.
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/
Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia. Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2