Que nos salga siempre el discurso de nuestra corazón

El Obispo es puente (Pontífice)

Querido señor obispo de habla hispana: No te puedes hacer idea mi aprecio por el Obispo, hombre de Dios, líder religioso. Pero a la vez me preocupa mucho, precisamente por el problema de la inflación. Tanto tener que hablar de Dios puede resbalar en él la Palabra. Decirla de memoria, sin la convicción profunda o con la convicción del momento, como puede lograrlo un buen actor. Ojalá que sientas lo que dices como lo hacía San Pablo. De manera que puedas decir como él (más o menos así): el hablaros las mismas cosas no me es molesto y a vosotros os es necesario. (Creo que está en Filipenses.)

Ojalá disfrutemos con gozo de las cosas de Dios. ¿No te sucede cada vez más? ¿No te pasa según vas creciendo en edad que poco a poco vas dejando mil aficiones y lecturas, y gozas profundizando afectivamente en las cosas de Dios? ¡Qué bueno es Él que nos deja gozar de verdad de sus cosas más que de las novelas y de las películas de cine! ¿Cómo le pagaremos tal gracia?

Vamos a poner nosotros, los mimados de Dios, gran empeño en no aflojar en al vida interior. Hace más de un año leía algo que me causó impresión: cómo quienes van dejando el trato con Dios y caen en la tibieza, si han sido antes mimados de Dios, difícilmente pueden volver a esa intimidad y caen poco a poco por el precipicio, tal vez hasta la pérdida de fe. Me impresionó. Y pido a Dios por nosotros para que nunca nos suceda esto. ¿Puede haber mayor mal que perder la sensibilidad por las cosas de Dios? Para mí, peor que esto sólo es perder la conciencia de pecado.

A mí en concreto me está costando mucho comprender aquello que tantas veces hemos oído: el sacrificio ha de ir de la mano con la oración. Hace unos años desempolvé el libro del P. Rodríguez, el que tanto nos recomendaban en el seminario y que tan mala prensa tenía entre los seminaristas. Pronto lo empecé. Y treinta años estuve sin tocarlo. Ojalá Dios me ayude para seguir por esos caminos trazados por aquel santo P. Rodríguez.

Ahora eres obispo. ¿Te acuerdas cuando estudiábamos Historia de la Iglesia? Asustaba aquello. La santidad de la Iglesia no coincidía precisamente con la de la Jerarquía. Y eso que también aquellos obispos medievales eran sucesores de los Apóstoles. Procuro redoblar mi espíritu de oración cuando pido al Señor por ti y por tosos los obispos. Aunque tenéis muchas más ocasiones que nosotros para entusiasmaros en el Señor, también es verdad que os hace falta mucho más ejercitar la fe. ¡Se acostumbra tanto el canal a llevar el agua! ¡Oh la inflación espiritual!

No me acuerdo donde leía hace tiempo esta idea: quien tenga riquezas, quien tenga honores, qué difícil es que no se descuide de Jesús y vaya tras el demonio. ¿Será de S. Ambrosio?

Que en este tu segundo aniversario de Obispo, el Señor se derrame en tu corazón.

Un abrazo y hasta cuando quieras.

 José María Lorenzo Amelibia 

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