La iglesia es joven (VI): Os tomamos la Palabra

Siguen llegando los ecos del Fórum, y hoy quisiera de alguna manera transcribir la que fue mi intervención en el último día, en la que junto a Agustín del Agua y a Pedro José Gómez Serrano, se nos encomendó “tomar la palabra a los jóvenes” que habían hablado el día anterior. He pedido a Pedro José me pase sus apuntes y a Agustín estoy tratando de conseguirlo para que haga lo mismo para ser lo más fiel posible a lo que allí dijimos.

Pido, que los que han visto el video colgado en Youtube, que lo escuchen bien, y que, por honor a la verdad, no hagan interpretaciones malintencionadas a partir de ideologías previas, como los que se hicieron, desde la descalificación y la falta de respeto, en Religión en libertad. Que por favor escuchen y sean capaces de oír y respetar.

La idea era situarnos cada uno de los tres, incluso “escenificando” el espacio, para visualizar desde donde hablamos. Yo, como Contemplativa, estaba ante un cirio encendido y la Palabra de Dios abierta, desde una banqueta como las que utilizo diariamente para la oración. Agustín del Agua, como teólogo y profesor universitario se ubicó en una mesa llena de libros, y Pedro José, en un sillón con una pizarra atrás suyo, para situarlo como laico, que es profesor y además padre de familia, etc.

Antes de ir propiamente a lo que dije, quiero transcribir lo que los tres constatamos, después de escuchar a los jóvenes el día sábado, que era una gran riqueza haber podido escuchar a los jóvenes, que desde sus realidades hablaban con libertad a la Iglesia y la mayoría de ellos, desde la Iglesia. Sin duda, sentíamos que estábamos ante una experiencia de comunión importante, y ante una puerta abierta a la vivencia de una riqueza que es fruto de escucharnos mutuamente y respetarnos: Lo más positivo es que este “Fórum era un lugar de encuentro eclesial”.

Constatamos que nos habían lanzado interrogantes reales, y que ahora o más tarde, la Iglesia debía responder, y eso era muy bueno.

Coincidimos que se apuntaba a que había en la comunidad eclesial a veces muchos “miedos” que nos impiden vivir, dialogar. Y que era urgente asumir los retos con serenidad para incorporarlos a la pastoral. Que estábamos ante una experiencia viva y esperanzadora.

Fue una gozada compartir con Agustín, sacerdote diocesanos, que es el director del secretariado de la Subcomisión Episcopal de Universidades y Director del Departamento de Pastoral Universitaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), y que ha sido nombrado miembro de la sección de Pastoral Universitaria en el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (C.C.E.E.), con sede en Sankt Gallen (Suiza), por el Cardenal Peter Erdö, arzobispo de Budapest y Presidente de dicho Consejo Europeo. Lo mismo digo de Pedro José, un laico enamorado de la Iglesia y que cree de verdad en la pastoral; que es profesor de Economía Mundial en la Universidad Complutense y en el Instituto de Pastoral de Madrid y laico comprometido en el madrileño barrio de Pan Bendito; casado y con dos hijas.

Comencé diciendo que hablaba desde la Vida Contemplativa, que me gusta más que se nos llame así, -“contemplativas” más que monjas “de clausura”, aunque acepto ese término si lo entendemos como que “mi claustro es el mundo”, y que está cordialmente mas allá de los límites del monastreio. Dije que hablaba desde un sitio en el que dedicamos muchas horas al silencio y a la oración, a la “escucha de la Palabra de Dios”. Que estamos llamadas a ser contemplativas de Dios, y desde Él de la historia. Que estoy en un lugar en el que además “escuchamos mucho a las personas”.

Dije que hablaría desde la libertad que me da el ser monja contemplativa:
-Somos pobres de verdad: No tenemos nada que perder.
-No tenemos ámbitos de poder.
-No tenemos privilegios.
-No tenemos que defender ni custodiar “dogmas” ni imponer moral a nadie: simplemente vivir el Evangelio. –Otros tienen ese cometido-
-Somos ese grupo que está abierto a la experiencia de Dios, y el místico, el orante, ve, intuye, está enamorado, y el enamorado es muy libre para decir: ¡por eso, que después vengan los teólogos a interpretar u ordenar lo que no esté claro!

Continué diciendo que me gusta mucho que me gusta identificar la vida contemplativa con la imagen de la Zarza que arde y no se consume la experiencia de Moisés: - Descalzas nos acercamos diariamente al “misterio”; a Dios que nos habla y se nos revela; y cuando lo hace, no nos habla de “normas”, “obligaciones”, “gobierno”, “modelos de matrimonios”, etc.etc Simplemente como a Moisés nos dice que oye los clamores de su Pueblo, que ve su opresión, y que nos quiere enviar. Y dije: “Y hoy estoy aquí, y hablo, es porque nuestro Dios, nos está diciendo –ayer habló por los jóvenes- que ha visto que muchos se han marchado; otros no se siente invitados pero no acogidos… y Él quiere que todos, amando con libertad, y sin excluir a nadie vivamos como hijos suyos y hermanos: Ese es un derecho de Dios, y como contemplativa, creo que es el derecho por el que tenemos que orar y trabajar”.

Hasta aquí la presentación. Luego siguieron mis compañeros, que si me envían sus textos, compartiré.

Habíamos acordado que nuestra intervención tendría tres momentos: Primero decir qué nos había llamado la atención de “la palabra de los jóvenes”, en un segundo momento comentaríamos los temas que creíamos necesario para darles respuesta, y en un tercer momento, hablar de los restos y esperanzas, para acabar con el sueño de Iglesia que tenemos personalmente.

1. Agradecí poder constatar que estábamos como en un cenáculo, la Iglesia de Jesús, escuchándonos mutuamente. Que eso era una riqueza, más allá de las diferencias que podían existir.

Continué diciendo que en los jóvenes era una constante el reclamo porque la Iglesia sea más acogedora, y la necesidad de acortar distancias; y que se hablaba de “los alejados”, pero que creía que no era el momento de preguntar quién se alejó de quién, ¿los jóvenes de la Iglesia o la Iglesia de los jóvenes?; ¿la Iglesia de la sociedad, o la sociedad de la Iglesia?, sino más bien de trabajar juntos para acortar distancias: “¡Estamos condenados a entendernos y acogernos, porque el Banquete está listo, todos hemos sido invitados, y tenemos que salir a los caminos a invitar a los 99 y que marcharon….

También subrayé que la Iglesia sí era acogedora, porque de hecho el joven inmigrante manifestó que sólo en la Iglesia encontró acogida, amistad y una mano tendida.

2. Se nos pedía a gritos, pero amablemente, por activa y por pasiva, que “Hagamos vida la Palabra”. Que no tengamos miedo a la Palabra. Que Jesús se acercó a todos, y todos eran diferentes, y todos eran amados tal y como eran. Es hora- dije de “superar el miedo”, el otro, la otra, el que es diferente o no piensa como uno, no es una amenaza, sino una oportunidad para dar el paso. Obama –dije- es negro y esta semana era elegido Presidente de los Estados Unidos, y eso era impensable. Entre los discípulos de Jesús, también es posible lo impensable y lo imposible.

Tal vez eso llegue, cuando como Iglesia sepamos escuchar a los pequeños, a los jóvenes… cuando los escuchemos, dejaremos de dar respuestas a preguntas que nadie se hace o soluciones a problemas que nadie tiene.

Al respecto recordé que al llegar a Cataluña y querer aprender el catalán, me llamaba la atención que en el Evangelio salía siempre una frase, casi cada semana: “No tingueu por”… y yo me preguntaba, qué es eso que sale tanto. Hasta que caí en la cuenta de algo, que en castellano no había descubierto: que Jesús tenía como una “obsesión”, que no tuviéramos miedo… y hoy parece que seguimos teniendo miedo: No tinguem por.

Se nos pedía no hacer nada por los jóvenes sin contar con ellos; que aceptáramos la realidad y la incorporásemos a la Pastoral.
También que como Iglesia teníamos un lenguaje arcaico y muchas veces incomprensible.

Quise abogar o pedir, y así lo hice, por un diálogo fraterno de igual a igual, de hermanos. Y le pedí a los obispos, y al que estaba allí presente, Monseñor Munilla, que transmitieran a sus hermanos en el episcopado, a nuestros obispos, lo que habían visto y oído en el Fórum, como un don del Espíritu. Que les dijeran que los jóvenes y los religiosos, también amamos a Jesús y a su Iglesia. Y recordé una experiencia del Cardenal Martín que él mismo relata en su último libro, donde comenta que cuando hablaba a los jóvenes o se tenía que dirigir a ellos, daba el texto o se lo leía a algún o algunos jóvenes para saber si se entendía, se daba respuesta, si les iluminaba, etc… “Ya a Martín no le fue nada mal”.

Dije que me gustaría que todos los que se acercaban a la Iglesia recibieran de ella –como había ocurrido con cada realidad de jóvenes, el día anterior- una bendición.3.

Finalmente la excelente moderadora, María Gómez, redactora de Vida Nueva, nos pidió “nuestro sueño de Iglesia” y dije textualmente lo que hay en Youtube y que transcribo, haciendo notar lo que omitieron resaltar los que “manipularon” lo dicho con sus comentarios. Dije:

“Yo tengo sólo un sueño: Sueño con una Iglesia en comunión, donde la comunión se dé en la CARIDAD, porque muchas veces pedimos la comunión en la verdad y eso sirve para separarnos, porque la verdad la aportamos todos, y LA VERDAD es JESÚS.

Sueño, porque la esperanza del Evangelio me permite soñar, con una Iglesia que no tenga nunca más forma vertical, sino que sea una Iglesia en la que nos sentemos alrededor de una mesa circular, donde nos presida Jesús. Una mesa de hermanos para compartir el Pan y la Palabra, dónde la única condición, la única condición para sentarnos en ella, sea la que puso Jesús: la de lavarnos los pies mutuamente.

Sin servicio entre iguales, entre hermanos, no existe la Iglesia, y no existe la Eucaristía”.



Agradezco a Carmen Bellver -de Diálogos sin Fronteras- que tuvo el detalle evangélico de llamarme para enterarse de qué había dicho y de saber qué pensaba y pienso realmente. Gracias, y tomo nota y me gustaría que antes de condenar, muchos imitemos esta actitud de Carmen.

Para leer el manifiesto de Fórum y adherirse a él:

www.forumpj.org

www.dominicos.org/manresa

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