El silencio y la libertad del corazón

A veces la realidad es tan dura, que necesitamos tiempo para digerirla; y en una sociedad donde todos vamos acelerados para llegar, no sabemos a dónde, hace falta pararse, pensar, reconciliarnos con el silencio y dejar que la palabra sea madurada en él. El silencio es el espacio de las grandes manifestaciones.
El Silencio, es, como titulé mi último libro, “un compañero de camino”.
El silencio ha sido el hábitat en el que he intentado vivir mi fe, y que ha fecundado todos los proyectos que no he buscado y que hoy tengo entre manos…. Que se me han dado como un don y que como tal acepté.
El Silencio es la fuente que fecunda nuestra vida y nos hace dar frutos y una buena sombra a los que buscan paz y reposo.
Hace unos meses, en la última nevada tuve una experiencia muy entrañable, que me ayudó a valorar el Silencio y la contemplación como la verdadera fuente de la vida:
Un hombre vino al Banco de los alimentos tirando con dificultad de su carro. Estaba totalmente mojado, y me dijo: Desde hace unos años, cada martes espero el espacio de silencio de su programa de radio en la Cadena Ser... Me da mucha paz, y en medio de mi miseria me ayuda a no desesperar...
De verdad, -continuó diciendo- es para mí, aquel momento de silencio y pausa, la fuerza y el ánimo que no me puede dar nadie, porque estoy solo en este mundo.
He descubierto en el silencio al que me invitáis y que me ofrecéis, una voz amiga que me dice: Josep, no te desanimes, a tu corazón, tienes un tesoro.
Este testimonio, de un hombre bueno y sencillo, ha significado para mí un gran descubrimiento de lo que es y significa el silencio, un silencio elocuente: el espacio dónde Dios habla silenciosamente al corazón y donde todo es hace nuevo.
Recuerda la voz amiga que habla en el silencio y que te dice como al Josep de Manresa: “No te desanimes, en tu corazón, tienes un tesoro”
El silencio es un camino sencillo en el que la libertad nos respira y somos capaces de vivir al aire y al ritmo de la libertad de los hijos de Dios.... Un Dios que nos habita y nos ama como somos; un Dios que es inabarcable, infinito, pero que se ha hecho niño, hombre, Palabra...”uno de tantos”.... Un Dios que se ha hecho voz que habla al corazón; un Dios que nos habita, que nos vive, que nos anima, y nos sostiene.
El Silencio es el espacio de la gran armonía, pero también lo es de la gran revolución y de “la anarquía de las formas”, las pautas, las normas... En el silencio, simplemente la vida fluye, y Dios es toma la libertad de sugerir, hablar, mostrar, iluminar.... Y nada puede poner límites a su manera libre de amar, sugerir, conducir.
El silencio es, sin dudas, un camino y un espacio de libertad