En México "la cosa es de terror": Francisco

FELIPE DE J MONROY | Revista Vida Nueva México.- Lo que aterrorizó al gobierno mexicano y al partido político del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, fue que en una sola semana los obispos del país, el ganador del Óscar y hasta el papa Francisco señalaran las inquietudes que provoca la inestabilidad, la violencia, la corrupción y la ingobernabilidad de la nación. Ninguna de las declaraciones fue en tono de descalificación, pero las autoridades mostraron una piel muy sensible a los comentarios.
El 17 de febrero, el Consejo Permanente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) redactó y difundió un comunicado conjunto con un energético titular “¡Alto a los corruptos!”. En él, los pastores –colocándose en primer lugar como ciudadanos mexicanos- dijeron sentir “gran preocupación por el presente y por el futuro de nuestro país, que, entre otras cosas, se ve aquejado, desde hace muchos años, por el grave mal de la corrupción”.
Recuperando el magisterio y reflexiones del papa Francisco, los obispos aseguraron que la corrupción favorece la impunidad y el enriquecimiento ilícito, la falta de confianza con respecto a las instituciones políticas, “sobre todo en la administración de la justicia y en la inversión pública, no siempre clara, igual y eficaz para todos”.
Al tiempo de recomendar un Sistema Nacional Anticorrupción autónomo, independiente, profesional y confiable, los obispos solicitaron ‘revisar’ el fuero de servidores públicos y pidieron ‘replantear’ el modelo de juicio político en representantes y autoridades civiles.
El comunicado advierte que “son siempre los pobres quienes pagan el precio de la corrupción de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos que descuidan su deber pastoral”; aseguran que la corrupción es una forma de violencia que “al inocularse en las estructuras de servicio público, se transforma en delincuencia organizada” y reconocen que “todos somos tentados de corrupción”.
Los obispos exponen: “La gravedad del problema exige soluciones de fondo e inmediatas y no ‘maquillajes’ que ya no engañan a nadie y sólo exacerban los ánimos”. Dicen que “hay una deuda con la nación; la sociedad necesita recuperar la confianza en aquellos en quienes ha depositado una responsabilidad institucional en bien de México ¡Es la oportunidad para hacerlo y mejorar nuestro País!”
Sin haber digerido aún el mensaje, una carta que el papa Francisco escribió a su amigo Gustavo Vera, líder de la organización no gubernamental La Alameda, perturbó a las altas esferas del gobierno mexicano.
Vera había comentado al pontífice su preocupación por “el crecimiento sin pausa del narcotráfico” en Argentina, a lo que Francisco le respondió: “Pido mucho para que Dios te proteja a vos y a los alamedenses. Y ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror”.
La misiva, aunque escrita de manera coloquial, refleja los comentarios que los obispos mexicanos han hecho al pontífice durante la visita Ad Limina en mayo del año pasado y en los recientes comentarios de los cardenales en el Consistorio durante el cual creó cardenal a Alberto Suárez Inda, arzobispo de Morelia, una región especialmente azotada por el narcotráfico, el crimen organizado y la ingobernabilidad.
De manera inmediata, el gobierno de la República, a través del secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade Kuribeña, expresó “su dolor y preocupación” por las expresiones del papa Francisco. Meade lamentó lo escrito por el pontífice (a pesar de lo difícil de corroborar el hecho), aseguró que el tema del narcotráfico “no es exclusivo del país” y anunció el envío de una nota diplomática de extrañamiento a la Santa Sede. El mismo secretario, quien fuera enviado por Peña Nieto el 12 de diciembre del 2014 a Roma para convencer al Papa para viajar a México –sin éxito-, reveló que se entrevistó con el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, para manifestarle el malestar del gobierno de México e informarle que se enviará dicha nota diplomática.
Las inquietudes que desde el extranjero algunos líderes manifiestan sobre la crisis mexicana agudizan la sensibilidad del gobierno; pasó con el presidente de Uruguay, José Mujica, y su percepción de 'Estado fallido', la más reciente sucedió durante la entrega del Oscar en Estados Unidos, el director de la multilaureada Birdman, Alejandro González Iñárritu, expresó su inquietud por el modelo de gobierno vigente en su país de origen: “Quiero dedicarle este premio a mis compatriotas mexicanos, los que viven en México. Rezo porque podamos encontrar y construir el gobierno que merecemos”. Inmediatamente, la reacción de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, el partido del presidente, fue revirar “estamos construyendo un mejor gobierno”.