Partidocracia frívola



Editorial Desde la Fe / 08 de febrero.- El recorte de 124 mil millones de pesos al gasto público –casi la mitad de lo presupuestado para el gasto de Petróleos Mexicanos– obedece, según las autoridades hacendarias, a las condiciones del exterior por la caída de los precios petroleros. Se hace creer a los ciudadanos que tendrá un impacto imperceptible, pero el principal golpe lo reciben los grandes proyectos de infraestructura, y por consiguiente, una vez más el crecimiento de la economía mexicana será mediocre y decepcionante.

Sin embargo, esta situación de austeridad parece acelerar las medidas para los otros Poderes de la Unión, particularmente en el Legislativo, en plena carrera electoral de renovación de la Cámara de Diputados. Si bien el Senado permanece intocable en la LXIII Legislatura, la Cámara Alta se suma a esta promoción de la austeridad, al recortar los gastos innecesarios y legislar bajo la mayor eficacia posible en el lánguido período que inició una semana atrás y que concluirá el 30 de abril.

Ante el descrédito, las asignaciones millonarias de cara a la competencia por el poder y los escándalos al interior, el mejor mensaje que los partidos quieren proyectar al electorado es la enérgica voluntad para amarrarse el cinturón, entrarle a los recortes y suscitar el mayor ahorro posible; sin embargo, ambas Cámaras del Congreso de la Unión son sinónimo de opacidad y de falta de rendición de cuentas, faltando así a su promesa de hacer valer la Constitución de la República.

Y es que, de acuerdo con el Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2012, publicado durante el 2014, persiste la opacidad en la rendición de cuentas bajo las partidas de “Asignaciones a los Grupos Parlamentarios” que en el ejercicio 2012 ascendieron a la nada despreciable cantidad de un mil 122 millones 790 mil pesos para la Cámara de Diputados y de un mil 56 millones 636 mil pesos para los partidos en el Senado.

La opinión pública está informada del despilfarro en el que han incurrido los representantes populares. Viajes parlamentarios, spas, bares y cantinas, restaurantes de lujo, casetas de peaje, gasolina, uso de dispositivos celulares, tabletas, gadgets, fistoles de oro, entran en esta asignación de recursos. Todavía, en el cinismo y descaro, mientras se pedía austeridad y ajuste por parte de uno de los coordinadores en San Lázaro, sus correligionarios en el Senado celebraron reunión plenaria previa a la apertura de período ordinario en un Spa de Relajación en Baja California Sur que habría costado, por dos noches de estancia, cerca de 532 mil pesos para conformar, alejados de la atribulada realidad, la agenda del grupo parlamentario. Evidentemente, es un insulto a los electores en un país de millones de pobres quienes, en toda su vida económica activa, no tendrán la oportunidad de reunir una canasta con los elementos más indispensables para su subsistencia, salud y desarrollo.

La sociedad exige y demanda el fin de una partidocracia frívola y despilfarradora, de una clase que vive de la política y no para la política. La sociedad comienza a hartarse de estos abusos y del descaro con que se defienden los despilfarradores, y esperamos que el castigo se vea reflejado en las urnas.

No es posible seguir en este estado de cosas cuando la opacidad en el manejo de los recursos públicos corrompe y corrompe absolutamente
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