El "matrimonio" homosexual es un atentado...
El Semanario de Guadalajara / 19 de agosto de 2010
Muy grave, ir contra Natura
Muy estimados lectores:
Este mensaje semanal incide sobre el tema que está en discusión en todos los medios en el país: las uniones entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por éstas.
Ya había sido un error gravísimo el haber validado desde esa altura del Poder Judicial, como lo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el supuesto “matrimonio” entre personas de un mismo sexo; verdadero atentado contra la naturaleza humana; y ahora añade otro error al haber aprobado la adopción de infantes por parte de esas parejas homosexuales, con lo cual ha consumado, por así decirlo, su traición a México, a la Familia y a la Ley Natural.
Quiero comenzar explicándoles que hablar de “matrimonio” homosexual y hablar de adopción, por parte de esas dizque familias, no es asunto de formas, no es asunto de fe, sino un atentado contra la Ley Natural, que obligadamente debe ser respetada por todo ser humano, sea cual sea la religión que profese, pues sólo ateniéndose a esa Ley suprema un pueblo puede ser sano y próspero.
Es una falacia argumentar aquí que, puesto que nuestro Estado es laico, no tiene por qué intervenir la Iglesia en sus asuntos, pues no estamos proponiendo que nos definan Credo ni Dogma religioso alguno; estamos hablando de una transgresión a la Ley Natural que establece que el matrimonio, la complementariedad y la fecundidad, únicamente pueden darse de acuerdo a los dictados de dicha Ley, y solamente entre personas de distinto sexo.
La Naturaleza, pues, debe ser respetada si queremos sobrevivir como especie, y quien atenta contra la Naturaleza, atenta contra la propia subsistencia humana, pues la Naturaleza jamás perdona las transgresiones.
Hay quienes al hablar de adopciones de niños por personas del mismo sexo, se ponen muy tiernos y aducen: “Pobrecitos niños, vale más que los adopten los homosexuales, ellos que son tan cariñosos, y eso es mejor a que anden por ahí abandonados y sin que nadie los cuide”. Ello es una falacia. Como si la adopción homosexual fuese la única solución para remediar la proliferación de huérfanos, habiendo tantas y mejores soluciones.
La primera, la esencial, es afianzar las bases de la institución familiar; no atacar ni destruir el núcleo de la familia natural, constituida por un hombre y una mujer. Si se solidificaran los lazos matrimoniales, evitando el amor libre, el divorcio fácil y rápido, la procreación irresponsable, las rupturas, separaciones, abandono de hijos por padres que desaparecen dejando a la esposa a cargo de los problemas de manutención y formación de los hijos, la carga de los hijos con la manutención, entonces habría muchos menos niños en y de la calle.
Es necesario, pues, que se legisle no sólo para el bien del Estado, para defender derechos de grupos o de personas en particular, sino que debería haber leyes para el bien de la familia como tal; que hubiera un estatuto que rigiera y defendiera la unión de este núcleo y de cada uno de sus miembros.
Otra solución es a la que siempre se ha recurrido a través de los siglos, sobre todo a partir de la aparición del cristianismo; ésa ha sido las instituciones benéficas creadas para amparar a madres solas y a los niños huérfanos o abandonados; las hay en todo el país y las hay aquí en Guadalajara, comenzando con el Instituto Cabañas.
Y la solución tradicional e institucional es la que siempre ha estado vigente, que es entregar en adopción a los niños a verdaderos matrimonios, bien constituidos, que no pueden tener hijos propios, o inclusive a familias generosas que, aun con prole propia, adoptan uno o más hijos sin padres; variadas soluciones que están muy por encima, en todos los aspectos, de las presuntas bondades que para el infante pudiera constituir la adopción por parte de parejas homosexuales.
Pedimos, por tanto, a Nuestro Señor Dios, por nuestra Patria; que no se vea todavía más dañada de lo que está, por estas erradas decisiones provenientes de tan alto nivel judicial, y que instituidas como leyes, seguramente afectarán a muchos mexicanos inocentes.
Que Dios los bendiga
+ Juan Cardenal Sandoval Íñiguez
Arzobispo de Guadalajara
Muy grave, ir contra Natura
Muy estimados lectores:
Este mensaje semanal incide sobre el tema que está en discusión en todos los medios en el país: las uniones entre personas del mismo sexo y la adopción de niños por éstas.
Ya había sido un error gravísimo el haber validado desde esa altura del Poder Judicial, como lo es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el supuesto “matrimonio” entre personas de un mismo sexo; verdadero atentado contra la naturaleza humana; y ahora añade otro error al haber aprobado la adopción de infantes por parte de esas parejas homosexuales, con lo cual ha consumado, por así decirlo, su traición a México, a la Familia y a la Ley Natural.
Quiero comenzar explicándoles que hablar de “matrimonio” homosexual y hablar de adopción, por parte de esas dizque familias, no es asunto de formas, no es asunto de fe, sino un atentado contra la Ley Natural, que obligadamente debe ser respetada por todo ser humano, sea cual sea la religión que profese, pues sólo ateniéndose a esa Ley suprema un pueblo puede ser sano y próspero.
Es una falacia argumentar aquí que, puesto que nuestro Estado es laico, no tiene por qué intervenir la Iglesia en sus asuntos, pues no estamos proponiendo que nos definan Credo ni Dogma religioso alguno; estamos hablando de una transgresión a la Ley Natural que establece que el matrimonio, la complementariedad y la fecundidad, únicamente pueden darse de acuerdo a los dictados de dicha Ley, y solamente entre personas de distinto sexo.
La Naturaleza, pues, debe ser respetada si queremos sobrevivir como especie, y quien atenta contra la Naturaleza, atenta contra la propia subsistencia humana, pues la Naturaleza jamás perdona las transgresiones.
Hay quienes al hablar de adopciones de niños por personas del mismo sexo, se ponen muy tiernos y aducen: “Pobrecitos niños, vale más que los adopten los homosexuales, ellos que son tan cariñosos, y eso es mejor a que anden por ahí abandonados y sin que nadie los cuide”. Ello es una falacia. Como si la adopción homosexual fuese la única solución para remediar la proliferación de huérfanos, habiendo tantas y mejores soluciones.
La primera, la esencial, es afianzar las bases de la institución familiar; no atacar ni destruir el núcleo de la familia natural, constituida por un hombre y una mujer. Si se solidificaran los lazos matrimoniales, evitando el amor libre, el divorcio fácil y rápido, la procreación irresponsable, las rupturas, separaciones, abandono de hijos por padres que desaparecen dejando a la esposa a cargo de los problemas de manutención y formación de los hijos, la carga de los hijos con la manutención, entonces habría muchos menos niños en y de la calle.
Es necesario, pues, que se legisle no sólo para el bien del Estado, para defender derechos de grupos o de personas en particular, sino que debería haber leyes para el bien de la familia como tal; que hubiera un estatuto que rigiera y defendiera la unión de este núcleo y de cada uno de sus miembros.
Otra solución es a la que siempre se ha recurrido a través de los siglos, sobre todo a partir de la aparición del cristianismo; ésa ha sido las instituciones benéficas creadas para amparar a madres solas y a los niños huérfanos o abandonados; las hay en todo el país y las hay aquí en Guadalajara, comenzando con el Instituto Cabañas.
Y la solución tradicional e institucional es la que siempre ha estado vigente, que es entregar en adopción a los niños a verdaderos matrimonios, bien constituidos, que no pueden tener hijos propios, o inclusive a familias generosas que, aun con prole propia, adoptan uno o más hijos sin padres; variadas soluciones que están muy por encima, en todos los aspectos, de las presuntas bondades que para el infante pudiera constituir la adopción por parte de parejas homosexuales.
Pedimos, por tanto, a Nuestro Señor Dios, por nuestra Patria; que no se vea todavía más dañada de lo que está, por estas erradas decisiones provenientes de tan alto nivel judicial, y que instituidas como leyes, seguramente afectarán a muchos mexicanos inocentes.
Que Dios los bendiga
+ Juan Cardenal Sandoval Íñiguez
Arzobispo de Guadalajara