Previo a su participación en el sínodo de obispos para la Amazonia El septiembre negro del cardenal Aguiar

El septiembre negro del cardenal Aguiar
El septiembre negro del cardenal Aguiar

Ausencias, amonestaciones, reproche de los laicos, abandono, desastre pastoral…

El amable lector asociará el título de esta opinión con el hecho trágico sucedido hace 47 años en los juegos olímpicos de Münich. Esa tragedia hizo que, a la postre, presagios funestos, malas noticias, momentos de calamidad o errores crasos en la economía y política acaecidos, ensombrecieran septiembre y la historia lo ha demostrado

No es exagerado decir que el arzobispo Carlos Aguiar tuvo su septiembre negro. Los eventos de ese extinto mes cayeron para el arzobispo como funesta sombra que le cubre antes de su partida al controvertido sínodo de los obispos para la región del Amazonas. Y sin temor de cometer alguna errónea afirmación, este septiembre negro definió el derrotero que seguirá el arzobispo de México hasta el fin de su pontificado en esta reducida Iglesia de la capital del país. Ya hay quienes van haciendo la cuenta regresiva cuando el jueves 9 de enero de 2025 llegue el tiempo de la renuncia canónica que muchos quisieran apresurar ante el panorama sombrío de una arquidiócesis confundida, agobiada, paralizada, dividida y en picada en cuanto a la descristianización acentuada en este arzobispado.

Septiembre negro,el de Carlos Aguiar cuando en medio de la enfermedad, su ausencia era notoria y cuestionante. Quienes son cercanos a él aseguran que el arzobispo, generalmente fuerte en salud, comienza a resentir el peso de las responsabilidades y presiones echando por la borda el éxito de sus planes. Ausente desde agosto, apareció el 1 de septiembre en la misa dominical de Basílica para dedicarla por el bien y éxito de la apertura del período ordinario de sesiones del Congreso de la Unión sin poder de convocatoria para reunir a los legisladores y arroparlos en Basílica de Guadalupe.

Año Jubilar. Sin cardenal.
Año Jubilar. Sin cardenal.

Septiembre negro, el del arzobispo Aguiar, ocupado más en la centralización de las finanzas y estructura de negocios de la arquidiócesis. Las críticas arrecieron cuando en la solemnidad de la natividad de la Virgen María, el domingo 8 de septiembre, el cabildo de la Basílica de Guadalupe recibió el decreto de la penitenciaría apostólica concediendo indulgencias por el Año Jubilar a 125 años de la coronación de la sagrada imagen del ayate de Juan Diego hasta el 12 de octubre de 2020; el gran ausente, don Carlos, no concedió ni un siemple tuit o pensamiento profundo al pasar este evento sin pena ni gloria. Muchos preguntaban qué podría ser más importante para que el pastor se atendiera otras cosas, como la bendición de altares de su polémico plan de parroquias personales para empresas, en vez de presidir las principales celebraciones y eventos arquidiocesanos.

Septiembre negro, el del sinodal Aguiar cuando públicamente uno de sus sacerdotes exhibe el estado de cosas: "¡Vino a cambiar, quitar y destruir!" Absortos, ni los más íntimos del círculo aguiarista atinaron a responder. Nadie contravino ni defendió al cardenal de la "vía sinodal". La voz de ese joven sacerdote sacó a la luz lo que permanece oculto en los sotanos del presbiterio arquidiocesano, "hay una gran molestia de nosotros los sacerdotes, nos sentimos descobijados, no cercanos al cardenal. Nos sentimos relegados, no escuchados..."

Septiembre negro, el del cardenal Aguiar cuando el cese de Marilú Esponda despertó las más variadas especulaciones sobre las causas de una "salida digna" por la puerta de atrás. Era el fin de la mejor apuesta de cardenal en las relaciones visibles con el arzobispado y los medios de comunicación; el asunto vino a ensombrecerse más cuando el arzobispo primado de México y la secretaria de Gobernación tuvieron una reunión en la que, según los medios oficiales, destacaron las buenas relaciones y el diálogo en temas comunes que preocupan al país. Pero nadie contaba con las declaraciones de la subsecretaria de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación que echaron abajo la pretendida armonía de la entrevista poniendo a Carlos Aguiar en una situación sumamente incómoda al someter a sus principales medios de comunicación y opinión cuestionándolos seriamente por "desinformar". El juicio pesó sobre el arzobispo por doblegarse y no haber defendido a cabalidad los derechos de la Iglesia ante las declaraciones de la funcionaria. Aguiar sacó así el cobre: Implacable con sus subordinados, débil ante los poderosos.

Esponda. Fin del sueño.
Esponda. Fin del sueño.

Septiembre negro, el del pastor Aguiar cuando en la conmemoración de los sismos del 19 de septiembre, sufrió el coletazo que pegó con igual intensidad de los temblores de tierra. El fracaso de los operadores aguiaristas exhibió el problema de los templos derruidos cuya rehabilitación no tiene ni pies ni cabeza. Tal es la situación que un sacerdote alzó la voz para denunciar ante medios de comunicación las graves irregularidades del INAH sobre la disposición de los seguros de los templos afectados que, de demostrarse, podrían alcanzar a los adictos cercanos a Aguiar Retes. Sin respuesta del cardenal y ansioso por sacudirse los problemas, fueron los obispos auxiliares quienes tomaron las riendas para exhibir la pasividad de las autoridades por el abandono de los templos.El obispo de Xochimilco convocó a una conferencia de prensa para advertir a la opinión pública  del alarmante  deterioro complejo conventual de san Bernardino de Siena con clara consigna de denunciar este indiferencia que podría encubrir presuntas irregularidades y omisiones que tocarían a las mismas cúpulas del poder eclesiástico.

Gobernación. "No desinforme"
Gobernación. "No desinforme"

Septiembre negro, el del todoterreno-Aguiar, quien sin estrategia contundente y ante el vacío de comunicación por la salida de Esponda, sufrió el brutal impacto de la despenalización del aborto en Oaxaca activando a las huestes feministas radicales las cuales convocaron a la movilización en torno al día acción global por el acceso al aborto legal y seguro. La manifestación podría amenazar la seguridad de templos e iglesias del centro de la Ciudad. Ante la posibilidad real de agresión, a través de las redes sociales, se dio un llamado espontáneo para defender el patrimonio religioso frente a la sinrazón de ese sector del feminismo. Entre la espada y la pared, Carlos Aguiar prefirió poner a otro en el volante para asumir la responsabilidad, el vicario episcopal de la IV zona, Arturo Barranco, quien firmó un comunicado sin ser bien recibido. Acusándolo de abandonar sus templos y dejar a los fieles a su suerte, las vallas humanas se levantaron por la mañana del sábado 28 de septiembre funcionando bien, aun cuando las autoridades habían tapiado las fachadas de los recintos.

El clímax se dio esa misma tarde en la marcha que vandalizó las rejas de catedral metropolitana con pintas blasfemas y a punto del fuego. Posteriormente se conocería el agradecimiento del obispo auxiliar, Salvador González Morales, a las autoridades capitalinas por las medidas que impidieron mayores destrozos. ¿Y Carlos Aguiar? Los administradores de sus redes sociales quisieron rectificar la plana reconociendo a las personas congregadas esa mañana… pero era demasiado tarde. Acostumbrado a la comunicación del tuitazo, se expuso al escarnio de las redes sociales donde no pocos usuarios tundieron a don Carlos de ser un hombre sin coraje y ausente cuya mejor respuesta fue el complaciente y comedido mensaje de 130 caracteres. Para hundirlo más, un microclip por la oración y defensa de la vida circuló en redes sociales en el que se ve a un Aguiar de lenguaje accidentado, impreciso en los conceptos, fuera de lugar, ignorante de la moral relativa a la procreación y francamente rebasado por su desafortunado manejo de los conceptos básicos de bioética. 

Laicos. Defensa
Laicos. Defensa

Septiembre negro, el de Carlos Aguiar que pudo haber tenido una luz al final al conocerse el decreto de desmembramiento de la arquidiócesis de México, uno de los planes más ambiciosos y anhelados del arzobispo; sin embargo, fue la oportunidad perdida cuando la noticia fue anunciada a los millones de fieles de la misma forma como han recibido a un cardenal intrascendente. No obstante, los signos de los tiempos daban lugar a las interpretaciones sobre la reducción arquidiocesana en medio del conflicto y la polarización. Para colmo, el arranque de la pretendida megamisión no tuvo el eco deseado en la misa dominical del 29 de septiembre. Hubo quienes apuntaron hacia el manejo burdo y descarado de que la megamisión arrancó en una Basílica repleta; en realidad se trataba de la afluencia acostumbrada de peregrinos ignorantes de aquel banderazo dado por el cardenal arzobispo.

Así las cosas, el septiembre negro alcanzó octubre en la reunión de decanos y vicedecanos. Lejos, muy lejos de la arquidiócesis de México, en su amado Estado de México y añorando los fueros perdidos cuando Aguiar era el todopoderoso de la Conferencia del Episcopado Mexicano, 80 sacerdotes, los adictos funcionarios curiales aguiaristas y los artífices del difuso concepto de la Iglesia para soñar, hicieron una encerrona de dos días en Casa Lago de la CEM a fin de explorar los accidentados caminos sinodales de la debilitada arquidiócesis primada de México. Sólo un puñado de laicos participaron. Entre ellos, las catequistas responsables de esa pastoral quienes reclamaron al arzobispo su incompetencia, falta de visión y errores debido al decreto provincial de la catequesis escolarizada con la progresiva sequía de niños en las aulas parroquiales.

No sólo eso, los consentidos de don Carlos, los que de alguna forma son cómplices del desastre pastoral, los curas que se ausentaron más de dos meses para pasear en Colombia bajo el pretexto de una capacitación exprés en pastoral, fueron cuestionados duramente por los decanos, los curas de las trincheras, quienes reclamaron los “muchos sueños” y la falta de realidad, de tener los pies en la tierra de esos jóvenes sacerdotes inexpertos. La encerrona no sólo exhibió el camino al desfiladero por la carencia de un Plan pastoral arquidiocesano y las "novedosas propuestas" que en realidad son de involución de 25 años en el tiempo.

Casa Lago. Sin convencer.
Casa Lago. Sin convencer.

Pero la urgencia real de esa reunión era convencer a los decanos implorando su ayuda a fin de revitalizar el llamado para la desacreditada e improvisada megamisión tenida por pagana y panteísta por no pocos sacerdotes y laicos. Con la carga a cuestas, los vicarios episcopales tienen la obligación a contrerreloj de reclutar 500 jóvenes como voluntarios en los diferentes ambientes. Pero a Aguiar parece importarle gran cosa. Acostumbrado a evadir y sin convencer, ni siquiera terminó este retiro debido a la inminente salida a Roma. Él vivirá atendiendo una reunión de obispos allá donde se siente cómodo y es frecuentemente adulado mientras que aquí, su megamisión simplemente no termina por encender y mucho menos convencer.

Fue el septiembre negro de don Carlos quien vivirá el sínodo de la región del Amazonas. Septiembre negro que lo perseguirá hasta Roma... el funesto septiembre de la Iglesia para soñar que se convierte en la pesadilla del arzobispo Aguiar.

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