Poco dice el relato sobre Raquel: … Cuando llegó Raquel, que era pastora, con las ovejas de su padre… Gn 29,9, sin embargo, esto es suficiente para comprobar que las mujeres realizaban tareas del campo, que en muchas ocasiones solo escuchamos que son llevadas a cabo por los hombres y estoy segura de que la labor implicaba el cuidado completo del rebaño, llevándolo a buenos pastos, dándoles agua, cuidándolos de los animales que podrían atacarlos, curando a las heridas y seguramente cargando a las que estaban más enfermas.

En el Nuevo Testamento, tenemos a Jesús, que dice de sí mismo: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. Jn 10,11ss y ante esta expresión, puedo afirmar que uno hacer bien, lo que ha aprendido bien. Sabemos que María, fue ese referente de amor y entrega generosa para Jesús, desde su ser madre, pero él también sabía leer en el actuar de otras mujeres la presencia de Dios y su reino, mientras amasa la harina Mt, 13,33 o mientras buscaban la moneda perdida Lc 15, 8 y realizando quizás hasta trabajos de pesca, como lo expresa nuestra compañera Raquel Sepúlveda, en su texto saludo pascual:

Y mi vida era ir playa por playa, llevando a cabo mi oficio, hasta conocerle a Él, donde mi vida por entero cambio sin darme cuenta de inmediato, solo al tiempo de transcurrida nuestra experiencia de conocernos.

Es así como hoy podemos ampliar esa imagen reducida a la que hemos limitado del buen pastor, pues mientras hay una persona a nuestro lado, siempre tendremos la oportunidad de vivir estas cualidades de buen pastor, que Jesús enseñó a todos.

Cuéntame, ¿Cómo vives esta experiencia de cuidado mutuo?