"Cada uno de nosotros puede y debe convertirse en prójimo de quienes encuentra en el camino" Angelus papal en Castel Gandolfo: "No nos olvidemos de rezar por la paz, que cada día seamos artífices de paz"

"Para vivir eternamente no es necesario engañar a la muerte, sino servir a la vida, es decir, cuidar de la existencia de los demás en el tiempo que compartimos"
"No nos olvidemos de rezar por la paz, y por todos aquellos que a causa de la violencia y la guerra se encuentran en estado de sufrimiento y necesidad"
"Pidamos a la Virgen María, Madre de misericordia, que nos ayude a acoger en nuestro corazón la voluntad de Dios, que siempre es voluntad de amor y de salvación, para que seamos cada día artífices de paz". León XIV participó del Angelus en la plaza de la Libertad de Castel Gandolfo. En las primeras vacaciones de un Papa en 13 años, el pueblo se está volcando con Prevost.
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En su reflexión dominical, el Papa reflexionó sobre "el deseo de salvación, es decir, de una existencia libre del fracaso, del mal y de la muerte". Un bien "que se hereda", pues "no se trata de conquistarlo por la fuerza, ni de implorarlo como siervos, ni de obtenerlo por contrato. La vida eterna, que sólo Dios puede dar, se transmite al hombre en herencia como de padre a hijo".

De ahí, el doble mandamiento de Jesús: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón […] y a tu prójimo como a ti mismo". Al hacerlo, recalcó León XIV, "correspondemos al amor del Padre: la voluntad de Dios es, de hecho, esa ley de vida que Dios practica primero con nosotros, amándonos con todo su ser en su Hijo Jesús".
Un Jesús que es "Amor que se da y no posee, amor que perdona y no exige, amor que socorre y nunca abandona". Por eso, añadió, "cada uno de nosotros puede y debe convertirse en prójimo de quienes encuentra en el camino".

"Siguiendo el ejemplo de Jesús, Salvador del mundo, también nosotros estamos llamados a llevar consuelo y esperanza, especialmente a quienes están desanimados y decepcionados", finalizó el Papa, insistiendo en que "para vivir eternamente no es necesario engañar a la muerte, sino servir a la vida, es decir, cuidar de la existencia de los demás en el tiempo que compartimos. Esta es la ley suprema, que está por encima de cualquier norma social y le da sentido".

Al término de su reflexión dominical, Prevost saludó, ante banderas de Polonia, México, España, Francia o Ucrania, a todos los fieles. "Estoy contento de encontrarme en medio de ustedes aquí en Castel Gandolfo", señaló el Papa, agradeciendo a todos "la calurosa acogida".
Tras recordar la beatificación de un mártir de la Semana Trágica de Barcelona en la Ciudad Condal. "Su testimonio heroico, que sea estímulo para cada uno de ustedes, en particular a los que trabajan por la educación de los jóvenes".
"No nos olvidemos de rezar por la paz, y por todos aquellos que a causa de la violencia y la guerra se encuentran en estado de sufrimiento y necesidad", finalizó.
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