"Un servicio concreto y un lugar teológico" Dilexi te: diakonia y diaconado

"De la exhortación apostólica firmada por el Papa León, que ofrece mucho más de lo que parece, quisiera aquí referirme a dos aspectos"
"El primero es el subtítulo del documento. Dice, Sobre el amor 'hacia' los pobres. No se habla de 'pobreza', sino de 'pobres': 'Hacia los pobres' quiere decir eso y sólo eso"
"El segundo está referido a lo que me toca como diácono. Invito a profundizar tres puntos: los números 32, 37 y 38 sobre cómo se inició este servicio con una imposición de manos de los apóstoles"
"El segundo está referido a lo que me toca como diácono. Invito a profundizar tres puntos: los números 32, 37 y 38 sobre cómo se inició este servicio con una imposición de manos de los apóstoles"
"Se trata de un ordenamiento a un servicio concreto y no de un concepto teológico. En todo caso es más bien un lugar teológico, donde en ese servicio se produce el encuentro entre el Señor y los necesitado"
| Alberto Roselli. Diácono. Periodista
La exhortación apostólica firmada por el Papa León, iniciada por Francisco y publicada el pasado nueve de octubre, ofrece mucho más de lo que parece.
Es un documento si se quiere breve, que aborda en continuidad con Dilexit nos (2024) la importancia de los pobres en el ejercicio de la fe cristiana y especialmente católica.
Ya hemos mencionado las decenas de afirmaciones referidas a que la opción por los pobres está contenida en los Evangelios en cuanto a que Cristo mismo se encarnó, vivió y murió como un pobre.

Además, lo referido a que “no debemos bajar la guardia respecto a la pobreza” (12); “los pobres no están por casualidad o por un ciego y amargo destino” (14); “no se puede rezar ni ofrecer sacrificios mientras se oprime a los más débiles y a los más pobres” (17); “… espigar los sembrados sólo era permitido a los más pobres” (20); “la iglesia si quiere ser de Cristo debe ser … la que hace espacio a los pequeños y que camine con los pobres y un lugar en el que los pobres tienen un sitio privilegiado” (21); “no se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres porque el amor al prójimo representa la prueba tangible de la autenticidad del amor a Dios” (26) o “la Palabra de Dios nos indica que la generosidad para con los pobres es un verdadero bien para quien la practica” (33), entre muchas, muchísimas otras expresiones, no deja lugar a dudas de la centralidad del documento.
Quisiera aquí referirme ados de los aspectos para entender honestamente su finalidad y no caer en ignorancias malintencionadas o interpretaciones de conveniencia (cfr 23 y 31).
El primero es el subtítulo del documento. Dice: “Sobre el amor HACIA los pobres”.
La preposición ya impone un modo de ser leída; un espíritu propio.
Ese “HACIA” marca el camino a que la intención es dirigirse tocar, a ponerse al lado, directamente, sin excusas ni argumentos, de las personas mismas que padecen exclusión, discriminación, miseria
Al mejor estilo del papa Francisco, no se habla de “pobreza”, sino de POBRES; con nombre y apellido, con características propias y lugares específicos, con realidades, modos, historias, opciones, conductas y argumentos personalizados.
“HACIA los pobres” quiere decir eso y sólo eso.
El segundo aspecto está referido a lo que me toca como diácono, aunque varias veces el documento refiere a que es el servicio el modo de ejercer el amor a Dios no sólo de todo cristiano sino de toda persona de bien.
El servicio según cada estado, modo y circunstancia es presentado como la misión propia de todos y cada uno, por el documento final del Sínodo sobre la sinodalidad que ya se encuentra en la fase de implementación.
De hecho Jesús, antes que su función sacerdotal en la cruz, se presenta y da ejemplo de servidor y enseña a serlo.
De todo ese espíritu que inunda Dilexi te, invito a profundizar tres puntos: los números 32, 37 y 38.
En el primero mencionado se hace referencia a que frente a necesidad concreta de ayudar a las viudas “los apóstoles no responden con un discurso doctrinal abstracto sino que, volviendo a poner en el centro la caridad hacia todos, reorganizan la asistencia a las viudas pidiendo a la comunidad que busquen personas sabias y estimadas a quienes confiar el servicio”.

Allí nace el diaconado COMO EJERCICIO DE LA DIAKONÍA.
Se trata de un ordenamiento a un servicio concreto y no de un concepto teológico.
En todo caso es más bien un LUGAR TEOLÓGICO, donde en ese servicio se produce el encuentro entre el Señor y los necesitados.
El padre Jorge Catarineu, incansable trabajador por el desarrollo del diaconado en la Argentina, ya lo expresa diciendo que “más importante que quedarse en lo que los diáconos son, lo que los define es lo que hacen”.
El número 37 de Dilexi te al referirse a la necesidad de atender necesidades específicas en las primeras comunidades dice: “los apóstoles impusieron las manos sobre siete hombres elegidos por la comunidad y, en cierta medida, los integraron en su propio ministerio instituyéndolos para el servicio”, para agregar más adelante: “Es significativo que el primer discípulo en dar testimonio de su fe en Cristo con el derramamiento de su propia sangre fuera San Esteban … En él se unen el testimonio de vida en la atención a los necesitados y el martirio”.
El número 38 hace el paralelismo de lo ocurrido cuando “dos siglos después, otro diácono manifestará su adhesión a Jesucristo de modo semejante, uniendo en su vida el servicio a los pobres y el martirio: San Lorenzo”.
La expresión referida al gesto apostólico de “en cierta manera integrar a su propio ministerio” a los diáconos y a la unidad entre servicio a los pobres y martirio ilumina desde con compromiso con los pobres por parte de los obispos, a quienes ejercemos el primer grado del Orden y a todos quienes creemos en la dignidad de la persona humana redimida por Cristo.
Porque con sólo revisar nuestras vidas, en todos entran las categorías de pobres y servidores.
Servir a los pobres es abrazar a toda la humanidad en cada persona, tal como hizo Jesús en el Evangelio.
